Iskenderun. Los equipos de emergencias llevaron a cabo ayer rescates dramáticos en Turquía y Siria, sacando a varias personas, algunas casi ilesas, de entre los escombros cuatro días después de un catastrófico terremoto que ya deja más de 23 mil fallecidos.
El sismo de magnitud 7.8 remeció la región fronteriza entre Turquía y Siria, donde viven más de 13.5 millones de personas, la madrugada del lunes. Con morgues y cementerios desbordados, en algunas ciudades los cadáveres yacían envueltos en mantas, alfombras y lonas en la calle.
La agencia turca de manejo de desastres ha confirmado 20 mil 213 decesos, con casi 75 mil heridos. Aunque no hay cifras oficiales sobre la cantidad de gente que se quedó sin hogar, la agencia indicó que más de 75 mil sobrevivientes fueron evacuados a otras provincias.
Al otro lado de la frontera, en una Siria devastada por la guerra, se han confirmado más de 3 mil 553 víctimas mortales, lo que eleva el total de fallecidos entre ambas naciones a 23 mil 766.
Las temperaturas seguían en valores negativos en toda la región y mucha gente no tenía dónde cobijarse. El gobierno turco ha distribuido millones de comidas calientes, además de tiendas de campaña y mantas, pero aún no ha podido llegar a muchos que necesitan ayuda.
Según los ingenieros, la magnitud de la devastación se explicaría en parte por la débil aplicación de las normas de urbanización, que algunos llevan años advirtiendo que los hacen vulnerables a los terremotos. Los expertos sostienen que el problema se ha ignorado en gran medida porque abordarlo sería caro y frenaría un pilar clave del crecimiento económico del país.
Antes del amanecer, los operarios en Gaziantep, cerca del epicentro del sismo, rescataron a Adnan Muhammed Korkut de un sótano donde estaba atrapado desde el lunes. El joven, de 17 años, sonrió a la multitud de familiares y amigos que corearon su nombre, aplaudieron y lloraron de alegría mientras lo sacaban y lo colocaban en una camilla.
Atrapado 94 horas, aunque no estaba herido, el adolescente dijo que se vio obligado a beber su orina para saciar la sed. “Así pude sobrevivir”, añadió. “Tengo un hijo como tú”, le dijo una rescatista, que se identificó como Yasemin, tras darle un cálido abrazo. “Te juro que llevo cuatro días sin dormir, estaba intentado sacarte”.
Otras zonas fueron escenario también de dramáticos rescates. En Antakya, los equipos salvaron a una niña de 10 años durante la noche. En Iskenderun, una ciudad de la golpeada provincia de Hatay, nueve sobrevivientes fueron localizados ayer atrapados en un inmueble.
Seis de ellos, todos miembros de una misma familia, fueron rescatados mientras continuaban las tareas para sacar a los demás. El grupo sobrevivió apiñándose en un pequeño espacio que quedó dentro de la estructura derrumbada, dijo el rescatista Murat Baygul.
Unos 12 mil edificios han colapsado o sufren graves daños en toda Turquía, indicó el ministro de Medio Ambiente y Planificación Urbanística, Murat Kurum. Imágenes aéreas revelaron la magnitud de la devastación, con vecindarios enteros de edificios altos reducidos a metales retorcidos, concreto pulverizado y cables expuestos.
Morgue improvisada
En Kahramanmaras, la ciudad más próxima al epicentro, un centro deportivo del tamaño de una cancha de baloncesto funciona como morgue improvisada para acomodar e identificar a los cadáveres.
La población turca se ha quejado de la lentitud de la respuesta gubernamental, una percepción que podría afectar al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que enfrenta una dura batalla por su relección en mayo. El mandatario admitió, por primera vez, que las labores de rescate del gobierno fueron menos rápidas de lo esperado, mientras el Partido de los Trabajadores del Kurdistán decretó un cese el fuego temporal para facilitar las actividades de rescate y la distribución de ayuda humanitaria.
La agencia turca de manejo de emergencias explicó que en las tareas de rescate participaban más de 110 mil efectivos y que se enviaron más de 12 mil vehículos como tractores, grúas y retroexcavadoras.
En Siria, los rescatistas lograron sacar a un niño de seis años de los escombros en una localidad del noreste, cinco días después del devastador sismo que también azotó la región, según un periodista de la agencia noticiosa Afp. Moussa Hmeidi llevaba cinco días bajo los escombros en la localidad de Jinderis y los cuerpos de emergencia lo sacaron en medio de aplausos.
Durante esta jornada, el presidente sirio, Bashar al Assad, y su esposa, Asmaa, visitaron ayer, en su primera aparición pública, a víctimas en la ciudad de Alepo internados en el Hospital Universitario, según medios estatales, donde afirmó que las autoridades están utilizando todas las oportunidades para reconstruir las áreas devastadas del país y ayudar a sus habitantes.
En tanto, más de 5 millones de personas en Siria podrían quedarse sin casa a causa del terremoto, afirmó un responsable de la Organización de Naciones Unidas (ONU), al tiempo que el gobierno sirio anunció que permitirá la ayuda internacional a zonas controladas por los rebeldes, en el noroeste del país.
El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, exigió “un alto el fuego inmediato” en Siria para facilitar el suministro de ayuda para las víctimas del sismo.