Washington. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, destacó ayer ante su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que las democracias de ambos países “han sido duramente probadas y han prevalecido”, al aludir así al asalto al Capitolio estadunidense de enero de 2021 y el reciente ataque a las sedes de los poderes del Estado de Brasil.
“Nuestras dos naciones son soberanías fuertes que han sido duramente probadas y han prevalecido”, declaró el presidente Biden durante un encuentro en el Despacho Oval de la Casa Blanca con el presidente brasileño.
Biden indicó que ambos países son los dos gobiernos electos libremente “más grandes” del hemisferio occidental, y que ambas naciones rechazan “la violencia política y los ataques a las instituciones” y defienden “los valores constitucionales” respectivos.
Reiteró “el apoyo inquebrantable de Estados Unidos a Brasil y el respeto a la libre voluntad del pueblo brasileño”, prácticamente un mes después de que miles de seguidores del ex mandatario Jair Bolsonaro atacaran los edificios de la presidencia, el Congreso y la Corte Suprema en Brasilia.
Esos hechos dejaron escenas que recordaron el asalto al Capitolio por parte de simpatizantes del ex presidente republicano Donald Trump para intentar impedir que se validara la victoria de Biden en las urnas, el 6 de enero de 2021.
Bolsonaro viajó a Estados Unidos en vísperas de la investidura de Lula y se halla en Florida tramitando una nueva visa que le permitiría permanecer en ese país, mientras las autoridades brasileñas investigan si instigó o no los asaltos del 8 de enero.
Lula agradeció a Biden su respaldo después de que Brasilia “pasara cuatro años automarginándose” bajo un presidente, Bolsonaro, “al que no le gustaba mantener relaciones con ningún país”.
Su mundo, afirmó Lula, había “comenzado y terminado con noticias falsas por la mañana, por la tarde y por la noche”, frase que provocó que Biden se riera y señalara: “Suena familiar”.
Hay que “trabajar juntos en la lucha contra la desigualdad, el tema racial” y la crisis climática, indicó el mandatario brasileño.
“En los recientes años, la Amazonia ha sido invadida por la irracionalidad política”, pero el actual gobierno izquierdista “va a hacer un gran esfuerzo para transformar la Amazonia no en un santuario de lahumanidad, sino en un centro de investigación compartido con el mundo entero”.
Brasil y Estados Unidos están en sintonía frente a los desafíos globales, “especialmente la crisis climática”, coincidió Biden, aunque no dijo si contribuirá al Fondo Amazonia, un mecanismo financiero multilateral gestionado por Brasil para la lucha contra la deforestación.
Lula prometió acabar con la deforestación de dicha región hacia 2030. En enero cayó 61 por ciento en relación con el mismo periodo de 2022, de acuerdo con datos oficiales.
El dirigente brasileño advirtió que su país “va a tomar muy en serio el tema del clima” porque “un árbol de 300 años no tiene dueño, nadie puede derribarlo”, es “patrimonio mundial, está ahí para garantizar la subsistencia del planeta”.
Grupos indígenas, ecologistas y de la sociedad civil publicaron una carta abierta a ambos dirigentes en la que insisten en que la protección de la Amazonia y la lucha contra el cambio climático “sólo es posible con derechos humanos y combatiendo el racismo ambiental”.
Reunión con Bernie Sanders
Antes de ir a la Casa Blanca, Lula se reunió con el senador demócrata Bernie Sanders, quien aseguró en Twitter que discutieron sobre “la importancia de defender la democracia, promover los derechos de los trabajadores y aumentar la cooperación ambiental y climática”.
Sobre la reunión, el político brasileño tuiteó: “Tuve el placer de conocer en persona al senador Bernie Sanders, ya habíamos hablado en una reunión por video antes; hablamos sobre democracia, movimiento sindical y mejores derechos y empleos para los trabajadores”.
Además, mantuvo encuentros con otros congresistas demócratas, como Alexandria Ocasio-Cortez, Pramila Jayapal y Ro Khanna. Se reunió con la AFL-CIO, la principal confederación sindical de Estados Unidos, que le concedió un premio de derechos humanos cuando el otrora líder de trabajadores estaba en la cárcel.