Madrid. El cine español está de luto. Carlos Saura, considerado el último gran clásico del séptimo arte ibérico, falleció en su casa de la sierra madrileña a los 91 años, tras sufrir una crisis respiratoria. Fue un creador polígrafo, que cultivó, además del cine, la fotografía, la literatura y el estudio profundo y sentido de la música popular, sobre todo del flamenco, la música mexicana, el fado y los tangos.
Murió la víspera de que se le concediera el Goya de Honor por su carrera y que ahora se le entregará de forma póstuma.
Se le complicó una neumonía derivada de una afección respiratoria crónica y que le provocó una especie de “estado de confusión”, explicaron sus familiares, quienes agregaron que se fue rodeado de la gente más cercana, en su casa en el campo. El empeoramiento de su salud no le impidió despedirse de las personas que él mismo eligió. Además, dijo irse convencido de que “había tenido una vida plena” y estaba muy orgulloso de que la Academia española le iba a conceder el Goya de Honor.
Saura nació en la ciudad aragonesa de Huesca en 1932, a poca distancia de la tierra del que fuera uno de sus grandes referentes en el cine, Luis Buñuel. Desde muy joven se interesó por la creación artística, pero sobre todo por el cine.
Un tanto por la presión familiar y social, estudió ingeniería. Cuando había cursado unos semestres decidió abandonar una carrera que no lo llenaba y se trasladó a Madrid y matricularse en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas.
Fue testigo en primera persona de la severa posguerra en España y de la dureza del régimen fascista instaurado por Francisco Franco, así como de la desolación que dejaron en Europa las dos grandes guerras del siglo XX. Todo eso alimentó más su creatividad y la curiosidad por conocer más de los nuevos lenguajes que se estaban desarrollando en el cine en todo el mundo, sobre todo el Europa, así como estudiar a sus grandes referentes clásicos locales, Buñuel y Luis García Berlanga.
A partir de que decidió asumir la condición de cineasta, creó algunas de las grandes joyas del cine contemporáneo ibérico. Desde su primer cortometraje, que filmó a los 25 años, en 1957, La tarde del domingo, ya se asomaron las virtudes de su mirada y la singularidad de su lenguaje. A partir de ahí inició una larga carrera que no sólo lo llevó a recibir los galardones más importantes del séptimo arte, sino también a recorrer el mundo con sus obras, a conocer de primera mano realidades hasta entonces ajenas, como las de América Latina –sobre todo de México y Argentina– y a profundizar como pocos en los recovecos del arte flamenco.
Su larga lista filmográfica es la constatación de que su vida fue una entrega absoluta y total al cine: más de 50 títulos, el último de los cuales actualmente está en cartelera en España y que terminó de editar a finales de 2022, Las paredes hablan.
El proceso fue complejo y arduo, sobre todo cuando se convirtió en creador mordaz y crítico durante la dictadura franquista, creando algunas obras maestras del realismo social más estridente, las cuales superaron la severidad de la censura con ingenio, sobre todo con su película La caza, en la que se convirtió en el primer realizador español en retratar con crudeza la herida abierta de la guerra civil. La cinta no sólo fue un hito en su propia trayectoria, sino en la historia del cine de su país: tras ella hubo un antes y un después.
En las postrimerías del franquismo y la cercanía de la llegada de la democracia, Saura conoció a un cómplice esencial en su vida, el productor Elías Querejeta, gracias a quien culminó varios proyectos cruciales, Peppermint frappé, Stress-es tres-tres, La madriguera, El jardín de las delicias y Ana y los lobos. La película que quizá supuso su consagración definitiva de heredero de genios como Buñuel y García Berlanga fue La prima Angélica, con la que recibió el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes en 1973, y, después también, con una enorme impronta en su carrera, la cinta Cría Cuervos, que también ganó el galardón en Cannes, pero dos años después. Tras eso filmó numerosas obras, como Elisa, vida mía, Los ojos vendados, Mamá cumple cien años y Deprisa, deprisa, con el que ganó el Oso de Oro en Berlín.
La década de los 80, como las anteriores, lo llevaron a incursionar en nuevos lenguajes y proyectos; de ahí que se embarcara en una trilogía musical con el coreógrafo y bailarín Antonio Gades, creando Bodas de sangre, Carmen y El amor brujo. Después vinieron otros trabajos sobre la contienda bélica en España, como ese ya clásico del cine ¡Ay, Carmela!
Obra indispensable
La muerte de Saura provocó una ola de pesar y de luto en España, con reacciones de duelo y elogio a su figura, que van desde el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, hasta las instituciones y representantes más importantes.
Señaló que “fue una figura fundamental de la cultura española. Su talento es y será siempre patrimonio cultural de nuestra historia, gracias a películas inolvidables”. La Academia de Cine también lamentó la perdida de un “creador irrepetible” y recordó que este sábado le rendirá un homenaje póstumo durante la gala de los Goya.
Desde el Ministerio de Cultura y Deporte asimismo lamentaron el fallecimiento, destacando que quedará “impagable” su contribución a la filmografía española y que fue galardonado con “innumerables” premios, como el Nacional de Cinematografía 1980 y la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes 1991. En la misma línea, el presidente de su tierra natal, Aragón, Javier Lambán, subrayó que Saura entró ya en la historia “de la mejor cultura española y aragonesa, en la estela de Goya y Buñuel”. El actor malagueño Antonio Banderas afirmó que con Saura “muere una parte importantísima de la historia del cine español, pero deja tras él una obra indispensable para la reflexión profunda sobre los comportamientos del ser humano”.
A su vez, el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, resaltó la “figura indispensable” de Saura en la historia del cine ibérico.
En tanto, el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, dijo: “lo conocí durante el rodaje de su última película en Atapuerca y entre los bisontes. En esos días yo pensaba: quiero ser como él cuando tenga su edad”.
El productor de cine Agustín Almodóvar también se ha hecho eco de la noticia y consideró a Saura “el último director clásico del cine español”.
“Buen viaje” deseó “al maestro” el actor Óscar Jaenada, mientras el director del programa de televisión Días de Cine, Gerardo Sánchez, dijo “adiós a un gigante del cine. Hasta siempre, Carlos Saura”.
Asimismo, el productor de cine y televisión Enrique López Lavigne lo declaró “para la eternidad”, al tiempo que el Círculo de Bellas Artes lamentó “la triste noticia del fallecimiento del gran cineasta”, enviando “un abrazo a sus familiares y amigos”.
La Academia de Cine se sumó “profundamente” a las condolencias por el Goya de Honor 2023, “uno de los cineastas fundamentales de la historia del cine español”.
“Hasta siempre maestro. Profunda tristeza por el fallecimiento del grandísimo cineasta Carlos Saura. Nos deja con su última película La paredes hablan, recién estrenada en salas y en vísperas de recibir el Goya de Honor”, explicó Donostia Zinemaldia, del Festival de San Sebastián.
(Con información de agencias)