México ha registrado una mejora sostenida de sus indicadores laborales desde finales de 2020; sin embargo, “persisten déficits de trabajo decente”, a raíz de factores estructurales como la informalidad en que se ocupa la mayoría de la población y el rezago en la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo, que hace del país uno de los que mayor brecha de género arrastra, explicaron funcionarios de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
“El mundo del trabajo se ha visto profundamente afectado por la pandemia de covid-19. Además de la amenaza para la salud pública, el trastorno económico y social, también amenazó los medios de vida y el bienestar a largo plazo de millones de personas”, contextualizó Pedro Américo Furtado de Oliveira, director de la oficina de la Organización Internacional del Trabajo para México y Cuba.
Durante el Foro nacional sobre las oportunidades para una recuperación económica transformadora poscovid-19, explicó que el trabajo en México registró una recuperación sostenida entre 2021 y 2022, pero lo hace en un contexto donde 55 por ciento se ocupa en la informalidad, por arriba del promedio en América Latina y el Caribe, cuya tasa se encuentra en poco más de 47 por ciento.
Belén Sanz, representante de ONU Mujeres en México, enfatizó que se siguen experimentando “efectos profundos” de la pandemia por covid interseccionados con el género. Uno es la violencia verbal y física de la pareja, por la que siete de cada 10 mujeres reportó su incrementó con el inicio de los confinamientos; a lo que se suma la segregación del mercado laboral.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, entre el primer trimestre de 2020 y el mismo periodo de 2021, 1.6 millones de personas en México salieron de la fuerza laboral, de ellas, 84 por ciento eran mujeres, consignó Sanz, a lo que se agrega la precarización de los empleos.
Destacó también que en el último trimestre del año pasado, la participación de las mujeres en el mercado de trabajo era de 45.1 por ciento, mientras la proporción en hombres alcanzó 76.5 por ciento, lo cual exhibe que “México sigue enfrentando una de las mayores brechas de género por participación en el mercado laboral”.
Sanz enfatizó que esa brecha es ampliada por la informalidad y los estereotipos de género que repliegan a las mujeres a realizar trabajos domésticos no remunerados, mientras hace falta un sistema nacional de cuidados que permita cambiar esos usos y percepciones.