Antakya. Los equipos de rescate en Turquía y Siria continuaban esta madrugada labores contra reloj para salvar a sobrevivientes atrapados entre los escombros de los grandes edificios derrumbados por el terremoto de magnitud 7.8 del pasado lunes, que deja ya más de 15 mil muertos.
Tan sólo en Turquía, donde se declararon siete días de luto y un estado de emergencia de tres meses en las provincias más castigadas, el número de fallecidos ya llegó a 12 mil 391, hay más de 52 mil heridos y 6 mil 444 edificios quedaron destruidos, de acuerdo con datos oficiales.
En Siria, país castigado por más de una década de guerra civil, el saldo llega a 2 mil 992 muertos, según el balance del gobierno y de los equipos de protección civil en las zonas rebeldes.
Se espera que la cifra de víctimas siga en aumento en los dos países.
Durante dos días y dos noches, miles de socorristas, auxiliados por los primeros equipos de emergencia extranjeros llegados a ambos países, principalmente en Turquía, han trabajado sin parar bajo temperaturas gélidas con la esperanza de encontrar a más personas con vida. El responsable de la Media Luna Roja turca, Kerem Kinik, advirtió que las primeras 72 horas son cruciales en las labores de rescate, pero señaló que son entorpecidas por las “severas condiciones meteorológicas” en un crudo invierno.
Pese a este escenario, rescatistas pudieron salvar durante esta jornada a varios niños encontrados bajo un bloque colapsado en la sureña provincia turca de Hatay, donde murieron más de 3 mil personas y municipios enteros desaparecieron.
“De repente oímos las voces de tres personas al mismo tiempo”, relató el socorrista Alperen Cetinkaya tras el rescate. “Las opciones de sacar gente con vida aquí son muy altas”, agregó.
Al visitar Hatay, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, reconoció las “deficiencias” de su gobierno en la respuesta de atención hacia la población tras el terremoto y argumentó que “es imposible estar preparado para una catástrofe así”.
Los habitantes de la zona han criticado la reacción de las autoridades, ya que aseguran que los rescatistas arribaron con demoras. En respuesta, el mandatario comentó que “gente deshonrosa” difundía “mentiras y calumnias” sobre las tareas emprendidas por su gobierno.
Las autoridades turcas informaron que atacan la desinformación.
Ante las críticas, un grupo que vigila en Internet denunció que estaba restringido el acceso a la red social Twitter, a pesar de que lo usaban los sobrevivientes para alertar de su paradero y ser rescatados por los equipos de emergencia.
“¿Dónde está el Estado? ¿Dónde?”, expresó Ali en la ciudad turca de Kahramanmaras, epicentro del sismo, que todavía espera hallar con vida a su hermano y su sobrino.
El jefe de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, alertó que el tiempo se agota para los miles de heridos y desaparecidos entre los escombros.
Ayer, centenares de hombres se alinearon frente a los féretros en el camposanto de Yeslikent, en la provincia de Gaziantep, cercana al epicentro del terremoto, mientras el imán, ayudado de un micrófono, pronunció su oración y bendijo a cada una de las víctimas.
Pero la magnitud de la destrucción causada por el devastador sismo y sus potentes réplicas era tan inmensa y extendida, llegando incluso a zonas aisladas por los más de 10 años de guerra civil en Siria, que muchos seguían esperando a recibir ayuda.
La angustia era compartida en la localidad siria de Jinderis, zona controlada por los rebeldes apoyados por Estados Unidos y mercenarios, donde “hay más gente bajo los escombros que encima de ellos”, según su residente Hassan. “Hay alrededor de 400, 500 personas atrapadas debajo de cada edificio, con sólo 10 intentando sacarlos. Y no hay máquinas”, lamentó.
Aisladas por el gobierno del presidente sirio, Bashar al Assad, las zonas bajo control rebelde dependen de los esfuerzos del grupo de rescate Cascos Blancos, conformado por opositores que imploran ayuda a la comunidad internacional.
Además, el sismo destruyó el paso fronterizo de Bab Hawa, por donde pasa casi toda la ayuda humanitaria desde Turquía hacia las zonas rebeldes sirias, de acuerdo con la Organización de Naciones Unidas.
La ayuda a Siria es una cuestión delicada para numerosos países occidentales. Aunque está sancionado por Bruselas, el gobierno de Al Assad hizo llegar una petición formal de ayuda a la Unión Europea, indicó Janez Lenarcic, el comisario comunitario de Gestión de Emergencias. No precisó si los 27 levantarán las sanciones al país árabe.