Madrid. La Fundación Mapfre de Madrid inauguró ayer Leonora Carrington: Revelación, la primera gran retrospectiva de la artista que revisa su trayectoria vital a través de 188 piezas, entre pinturas, esculturas, fotografías, videos, libros y tapices. La exposición abarca desde sus primeras acuarelas, donde ya estaba presente su universo onírico y surrealista, hasta sus últimas creaciones, en las que se percibe su estrecho vínculo con México.
La muestra, organizada en colaboración con el ARKEN Museum of Modern Art de Dinamarca, se presentó ayer por la mañana a los medios de comunicación y por la noche se hizo la inauguración oficial.
La exhibición recorre su producción como pintora, escritora, escultora y creadora de tapices desde la década de los 30 hasta el primer decenio del siglo XXI. Las obras se despliegan en 10 secciones, en las que se combina el relato biográfico con el estudio de los temas más destacados en la obra de Carrington: sus orígenes en la Inglaterra posvictoriana, su relación con el surrealismo y su paso por España, la posición de la mujer en el mundo y en la historia, el desarraigo y las migraciones, el esoterismo y la magia o el sincretismo religioso y cultural.
Leonora Carrington: Revelación intenta desmenuzar la compleja vida y obra de una de las artistas más admiradas del surrealismo.
Nacida en 1917 en la localidad inglesa de Lancanshire, pero en el seno de una familia profundamente irlandesa, desde muy pequeña mostró su vocación.
En su obra, intensa, llena de humor y desgarro, de fantasía y devoción por algunos de sus grandes referentes, sobre todo El Bosco, Brueghel y Patinir, Carrington abrazó de forma natural los preceptos teóricos y estéticos del surrealismo, desde donde purgó sus propios dramas, como cuando fue víctima de una violación grupal por parte de unos oficiales españoles durante la Guerra Civil (1936-1939) o cuando la encerraron en un hospital siquiátrico de Santander después de sufrir un brote sicótico y donde la trataban con cardiazol, un medicamento que genera ataques epilépticos y anula temporalmente la voluntad.
También, a través de su pincel y fantasía, expresó su miedo e indignación cuando, en 1968, después de la masacre de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, decidió vencer su pánico a volar y se marchó con sus dos hijos a Estados Unidos, debido a que su nombre y el de sus hijos apareció en un periódico nacional que los señalaba como colaboradores del movimiento estudiantil.
Entre las piezas más destacadas se encuentran el conjunto decorativo realizado para la casa que compartió con Max Ernst en el sur de Francia; Down Below, el único cuadro que se encontró entre los dos que realizó en España y que inspira sus Memorias de abajo, además de otras obras claves como Green Tea (del MoMA de Nueva York) o The House Opposite (West Dean College of Arts and Conservation), donde presenta un auténtico inventario de sus vivencias hasta su llegada a México.
La exposición culmina con su gran proyecto para el Museo Nacional de Antropología de México, el mural El mundo mágico de los mayas, que antes sólo había salido para una presentación en Londres.
La Fundación contó con el apoyo de más de 60 prestadores, entre los que destacan el Museum of Modern Art de Nueva York, el San Francisco Museum of Modern Art, los Harvard Art Museums, el Art Institute of Chicago, la Galleria Nazionale d’Arte Moderna e Contemporanea de Roma, el Museo de Arte Moderno y el Museo Nacional de Antropología, ambos de México, la Tate Modern de Londres o el Tel Aviv Museum of Art, así como destacadas colecciones particulares, como la del magnate mexicano Pérez Simón.
Una mujer adelantada a su tiempo
Tere Arcq, la curadora de la exposición, explicó en entrevista con La Jornada que “Carrington fue una mujer adelantada a su tiempo. México fue crucial para ella, allí conoció y estrechó una profunda amistad con Kati Horna y Remedios Varo, a las que consideraba sus hermanas”. Arcq también destacó su preocupación por el medio ambiente y el feminismo, temas constantes en su obra. “Es un feminismo desde la conciencia. A partir de la lectura de La diosa blanca, de Robert Graves, ella redescubre el mundo matriarcal ancestral, donde la mujer cuidaba la naturaleza, conducía el ritual, la espiritualidad, era la curandera, la sanadora y un poco la maga. Carrington se dio cuenta de que esa historia fue borrada, pero logró mantenerse a través de los trovadores y el alfabeto de los árboles de los druidas. Ella, por el lado de su madre, tenía un linaje celta, irlandés. Esas figuras de diosas, mujeres poderosas, fueron fundamentales para ella”.
El otro comisario, el español Carlos Martín, destacó que “Carrington es una artista que sufrió el desarraigo, la violencia sexual, la enfermedad mental, el exilio, la desmemoria, y supo hacer de todo eso materia para su trabajo. Su obra nos da un ejemplo de superación, pero también de elaboración de todo aquello que sucede en la vida de un ser humano. Su capacidad para asociarse a un grupo tan patriarcal y machista como pudo ser el surrealista y reconvertir el discurso a su antojo es un ejemplo para muchos creadores”.
Leonora Carrington: Revelación se podrá visitar en Madrid a partir del próximo sábado y estará abierta hasta el 7 de mayo.