En el sureste mexicano existe un sinfín de lenguas vivas provenientes de diferentes ramas lingüísticas, pero principalmente del maya. Es interesante observar la resistencia que ha tenido la lengua maya y sus variantes al embate de un aparato de Estado que sigue presionando la desaparición de las culturas originarias. Una de ellas es la lengua tojolabal situada principalmente en la meseta comiteca.
El tojolabal es una de las aproximadamente 30 lenguas mayas que se reconocen actualmente. Según las estadísticas, existen unos 34 mil hablantes que viven en las zonas de los municipios de Las Margaritas, Comitán, Altamirano, la Trinitaria, Maravillas Tenejapa, entre otros. El nombre tojolabal significa “discurso recto”, “palabra que se escucha sin engaños”, ya que se compone de los vocablos tojol, que significa verdadero, recto, correcto, justo, derecho y abal, que se refiera a la palabra que se escucha o al discurso que se da.
La lengua nos da la posibilidad de observar los principios organizativos que los hablantes de los idiomas perciben, organizan su mundo (principio de realidad) mientras estructuran su idioma. Son estas formas lingüísticas-sociales que han construido en las comunidades tojolabales las que han formado relaciones nosótricas, como cita el lingüista Carlos Lenkersdorf. Estas relaciones nosótricas son formadas desde el vocablo “tik” que significa “nosotros”, siendo este un distintivo de la lengua maya y de todo el pueblo. El propio lingüista citaría que “el nosotros predomina no sólo en el hablar sino también en la vida, en el actuar, en la manera de ser del pueblo”.
Este elemento lingüístico nosótrico (tik) es el que establece relaciones intersubjetivas. Esto quiere decir que carece de objeto, por tanto, el diálogo siempre es entre sujetos, en el tojolabal no hay objeto, existen puros sujetos que se interrelacionan y complementan. Haciendo relaciones mucho más horizontales, rompiendo con la jerarquización entre sujeto y objeto (v. gr. la naturaleza no es un objeto, sino un sujeto). Traeremos el ejemplo que propone Carlos Lenkersdorf para comprender la intersubjetividad, con la frase: “les dije” ( kala awab’yex):
La frase en castellano se compone de los siguientes elementos sintácticos: les, pronombre personal, tercera persona del plural, objeto indirecto; dij(e), verbo transitivo, decir, voz activa, indicativo, pretérito; e, sufijo agregado al verbo que señala el sujeto implícito de la primera persona del singular yo. Por otro lado, el tojolabal: k- prefijo agencial de la primera persona del singular ( yo). Este yo representa el primer sujeto; - ala, verbo agencial vocálico (decir), aspecto completivo; aw, prefijo agencial de la segunda persona, completado por el sufijo - yex, que señala el plural de la misma persona (ustedes). Este prefijo representa el segundo sujeto; - ab’, raíz del verbo ab’i (escuchar, oír, etcétera).
Por tanto, en castellano-español, al expresar algo a alguien, se piensa sólo en la acción de un solo sujeto (singular o plural). El otro (también singular o plural) a quien se dice algo desempeña un papel subordinado. Gramaticalmente es el objeto indirecto. No le toca acción alguna. Por otro lado, en la lengua tojolabal esta acción se vuelve bidireccional, al tener dos sujetos agenciales (yo) y (ustedes). Cada uno de ellos ejerce la acción que le corresponde. El primero dije y el segundo escucharon. Como cita Javier Paredes Maella: “La lengua indoeuropea emplea un solo verbo para dar expresión verbal al acontecimiento; el idioma maya, en cambio, utiliza dos verbos, correspondientes a dos acciones”.
Es esta característica de intersubjetividad dentro del lenguaje la que se propone como principio de realidad para el pueblo tojolabal, todo cuanto rodea pertenece al nosotros, el diálogo con los elementos de la naturaleza, las formas de justicia, la repartición del trabajo, etcétera, pretendiera partir de una forma más horizontal. Por tanto, buscaría que las acciones y el desarrollo de las mismas estén basadas en el bienestar común y el cuidado por la naturaleza, por lo que conceptos como justicia y bienestar partieran de un colectivo y no una visión individualista.
Tal vez este sea uno de los elementos de resistencia de los pueblos mayas, que han sabido confrontar un aparato estatal inquisitorio, que busca implantar un lenguaje, modos de relación, formas de ver la vida, educación unificadora, etcétera, y que pese a esto las comunidades tojolabales siguen hablando su lengua, resistiendo nosótricamente.
* Maestro