Chilpancingo, Gro. “Allá, en San Nicolás Tolentino (municipio de Cuajinicuilapa, en la Costa Chica de Guerrero), trabajamos duro para que no se pierdan los sones de artesa (o de tarima), herencia de los negros, no afromexicanos, nosotros somos negros”, afirmó orgulloso Silvestre Tiburcio Noyola Rodríguez.
“Tengo 81 años”, aclaró Bucho, como se conoce en la entidad. Recordó que desde muy niño “tal vez cuando tenía unos 14 años, empecé con eso de la cantada, sobre todo interpretando los corridos de mi gente brava de la Costa Chica, y ahora trabajamos para que nunca se pierdan los sones de artesa que vienen desde la época de la Colonia”.
A principios de los años 80, formó parte del grupo Los Cimarrones, con el cual grabó los corridos El zanatón, Prisco Sánchez y el de Los Zapatistas, entre otros, en una producción que hizo el lingüista Miguel Ángel Gutiérrez Ávila, investigador de la Universidad Autónoma de Guerrero.
En 2001, obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de artes y tradiciones populares. “He ganado otros premios, y hecho presentaciones en varias partes del país, y el próximo mes me voy a Los Ángeles, California; de allá me llamaron”.
El género sigue vigente
Como buen costeño, Bucho habla fluido, y con una sonrisa contó: “Todavía vivimos dos de Los Cimarrones, y participamos en la grabación de 10 discos; había muchos corridos, además de que el género sigue vigente en toda la Costa Chica, como si no hubiera pasado nunca, se canta por dondequiera, en todos lados hay corridistas”.
Sin embargo, ahora “mi esfuerzo está en el rescate de los sones de artesa, que vienen desde que los negros llegaron de esclavos y nos trajeron las raíces desde Veracruz, porque desde allá se vinieron a la Costa, pues aquí encontraron selvas, no montañas; ellos venían huyendo y llegaron a nuestro rumbo donde había mucho alimento; vinieron de una isla”.
“Que conste –aseguró–, estamos hablando de hace 500 años, aunque nosotros no lo vivimos, pero nos lo contaron los abuelos y bisabuelos, que en ese tiempo (los esclavos) ahí se quedaron y se juntaron; son cosas muy hermosas, que seguimos difundiendo; aquí en San Nicolás, está la raíz de (los sones), y desde aquí los hemos seguido enseñando, incluso muchos de los muchachos con los que hemos trabajado se han presentado en muchas partes; es más, hasta en la Casa Blanca, allá en Estados Unidos.”
Sabemos que “nuestras raíces son de África, pero también de Haití; desde esas partes llegaron nuestros antepasados como esclavos; venían encadenados, y cuando los echaban (subían) en el barco, muchas mujeres y niños murieron, y los echaban (tiraban) al mar. Por eso cuando llegaron a Veracruz, comenzaron a esconderse, y de ahí se vinieron a la costa de Guerrero; no se sabe ahora cuántos negros somos, dicen que somos miles, pero no sabemos; hay negros desde Acapulco a Huatulco, en Oaxaca, los hay en toda la orilla del mar. Bueno dicen que hay hasta en Coahuila”.
El racismo continúa, dice
Noyola Rodríguez sostuvo que el racismo continúa, “pero el negro es jacarandoso, no lo muevas porque si lo provocas, ¡cuidado!, es muy bravo, no se deja; es lo mismo (aunque) que se esté muriendo”.
Después abordó el tema de los sones de artesa. Señaló que “siguen vigentes. Todo está mezclado; por ejemplo, los negros cubanos trajeron la música a México; por eso el negro no será muy trabajador, pero es jacarandoso. En nuestro caso, hemos grabado tres discos, y en marzo me voy a Los Ángeles, porque me van a hacer también una entrevista por televisión, para que sepan quién soy”.
Agregó que él compone sus canciones, “pero estoy jodido al no saber leer ni escribir, pero acá –señaló su cabeza– tengo la computadora; sigo componiendo, y te puedo decir que soy muy precavido. Me he vuelto más observador, porque se están perdiendo nuestras raíces. Afortunadamente, ya hay nuevas generaciones que tocan los sones, queremos que no se pierdan, y si bien hay muchos negros en el país, pero no tienen los sones de artesa. Si bien hay influencia de otros países, aquí renació la artesa. Aquí en la Costa se hicieron y se tocaban cuando se casaban, porque no había luz, puro candil, y ellos hicieron así su baile, primero hicieron sus canoas para cruzar los ríos y luego empezaron a bailar”.
Lamentó que, en general, los gobiernos no apoyan a los grupos regionales. “Vengo de una reunión con los encargados de la cultura en Guerrero, y me dijeron que no me conocen, que no me he presentado con ellos, y que conste que estamos en las redes sociales, en México sí me conocen, hasta me dieron el Premio Nacional de Ciencias y Artes. Con el ex presidente (Enrique) Peña Nieto, estuve en Toluca, ahí me presenté, y me subió dos veces al escenario, le gustó la canción Los esclavos negros, que viene en el disco que estamos promoviendo”.
Con el presidente (Andrés Manuel) López Obrador “estuve en el privado, aquí en Chilpancingo; nos hicimos regalos, yo le di un disco de corridos y él me dio una tarjeta. Me dijo: ‘cuando tengas un problema, aquí está mi tarjeta’. Cuando acabó su discurso, se vino derecho a saludarme, como si me conociera; me dijo que escucharía el disco en el avión.
“Me siento demasiado orgulloso de ser negro, no sé por qué le cambiaron el nombre a afro, pero soy negro, y mis seis hijos también lo son”, concluyó Silvestre Tiburcio Noyola Rodríguez.