Durante los meses de diciembre, enero y febrero, la vegetación presente en la Ciudad de México y sus alrededores –en particular especies de árboles como fresnos, encinos y pinos—despiden grandes cantidades de polen, las cuales se suman a la contaminación atmosférica para generar reacciones de alergia y otras molestias respiratorias.
Así lo indicaron especialistas en el tema, quienes señalaron que una posible causa de que este proceso de emisión de polen parezca ser mayor y comience de forma más temprana es el cambio climático, por lo que las enfermedades relacionadas con este fenómeno podrían aumentar.
En un foro organizado hoy por la UNAM, María del Carmen Calderón, coordinadora de la Red Mexicana de Aerobiología (Rema), explicó que dicho organismo realiza desde 2008 una labor de monitoreo del polen suspendido en la atmósfera a través de diversas estaciones colocadas en la capital del país y cinco estados más, para determinar su variación en cada época del año.
La experta indicó que en la Ciudad de México y las entidades vecinas predominan los fresnos, encinos, coníferas y diversas especies de pastos y cupersáceas que resultan muy alergénicos por las grandes cantidades de polen que despiden especialmente en diciembre, enero y febrero, para bajar posteriormente en marzo.
Por su parte, Guillermo Guidos, alergólogo asociado a la Rema, indicó que en la capital y sus alrededores hay unos 50 tipos de pólenes, muchos de los cuales se suman a la contaminación atmosférica, las partículas miroscópicas y otras sustancias para causar procesos inflamatorios o irritantes en muchas personas sensibles a estos compuestos.
“La polinosis es uno de los trastornos alérgicos más frecuentes en el ser humano. Es una enfermedad multifactorial que puede generar afectaciones en la calidad de vida de las personas” y se presenta en la mayoría de los casos entre los 5 y los 30 años de edad, aunque en otros momentos de la vida también puede aparecer por primera vez.
El investigador señaló que entre el 15 y el 25 por ciento de la población de la Ciudad de México puede ser sensible ante dicho padecimiento, cuyos principales síntomas son conjuntivitis, lagrimeo, comezón en los ojos, secreción nasal y sensación de ahogo o dificultad para respirar, entre otros procesos inflamatorios.
Aunque hay algunas zonas arboladas de la capital en donde puede haber una generación mayor de pólenes –como la alcaldía Cuajimalpa--, y dicho fenómeno es mayor entre las 12 y las 17 horas, aproximadamente, el viento dispersa estos compuestos naturales en toda la ciudad, por lo que sus efectos pueden presentarse en cualquier región, y con niveles de afectación diversos, de acuerdo al estado de salud o sensibilidad de cada persona.
Ante ello, Guidos recomendó el uso de cubrebocas de alta eficiencia y de lentes protectores, así como mantener cerradas las ventanillas del auto al circular.
Por su parte, Benjamín Martínez, investigador del Grupo Cambio Climático y Radiación Solar, indicó que según los monitoreos del polen en la capital, los flujos de estos compuestos van de las zonas más altas hacia las bajas en la tarde-noche, mientras que el mediodía ese proceso se invierte.
Asimismo, alertó que hay diversos estudios internacionales según los cuales el ciclo de desarrollo de las plantas, o fenología, se ha acelerado por el calentamiento global, que provoca una floración más temprana en el año y un incremento de la cantidad total de polen en la atmósfera.
De acuerdo con un reporte del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), el inicio más temprano de lanzamiento de polen “está aumentando el riesgo de enfermedades respiratorias de tipo alergénico, sobre todo en latitudes medias del hemisferio norte”.