La mitad de las personas con cáncer de pulmón que se atienden en el Instituto Nacional de Cancerología (Incan) jamás fumaron; en México, el cáncer de mama se presenta 11 años antes, con respecto a las mujeres de Estados Unidos y se desconoce la causa. Éstas y otras preguntas deberían responderse con investigaciones realizadas en el país; se podrían obtener mejores resultados de los tratamientos e incluso bajar los costos, advirtió Óscar Arrieta Rodríguez, coordinador de Oncología en el Consejo de Salubridad General (CSG).
Hasta ahora, 90 por ciento de lo que se hace como investigación, son los ensayos clínicos patrocinados por la industria farmacéutica, los cuales “son buenos, nos ayudan a mejorar el acceso a terapias innovadoras para nuestros pacientes” y eventualmente a actualizar las guías de tratamiento.
Si bien este tipo de estudios se deben fomentar, “tampoco hacemos lo adecuado” porque a causa de trámites administrativos prolongados se retrasan las autorizaciones de los protocolos y estos terminan yéndose a otras naciones, señaló el especialista.
En entrevista, puntualizó que aunque es positivo que existan, dichos ensayos clínicos “contestan las preguntas que le interesan a las empresas sobre sus productos”. Se necesita una estrategia para “fomentar la investigación propia” para resolver las necesidades de salud de los mexicanos, sostuvo el especialista, quien también es jefe del Servicio de Oncología Torácica del Incan.
Desde hace varios años se conoce que las mujeres mexicanas presentan el tumor maligno de mama a edades más tempranas –alrededor de los 50 años en promedio–, mientras en las pacientes de Estados Unidos la enfermedad se da en la sexta década de la vida. Eso es lo que debemos indagar, para saber los por qué, lo mismo que los niveles de exposición a radón –gas radiactivo– y al humo de leña, asociados al desarrollo del cáncer de pulmón.
También se tiene información de que algunas medicinas indicadas para el cáncer de próstata tienen un mayor efecto si se toman con alimentos. El costo se reduce 75 por ciento, pero se necesita comprobar si eso es cierto en los hombres mexicanos que tienen un perfil genético y metabolismo específicos.
Otro caso fue un estudio japonés, sobre un medicamento que se administró con la mitad de la dosis recomendada por el fabricante. Los investigadores encontraron que tiene la misma eficacia que en Estados Unidos y en población caucásica de Europa, donde los pacientes reciben el doble de dosis.
Dosis, un pendiente
Ese producto se autorizó en México con la dosis alta, “pero ¡no nos parecemos a los suecos!”, resaltó el científico. Por eso se requieren estudios de farmacocinética que evalúan el comportamiento de las medicinas dentro del organismo (absorción, distribución, metabolismo y excreción). Si la dosis baja funciona igual, se reduce a la mitad el costo del medicamento.
El problema es que se requiere dinero para contar con los parámetros de investigación de los laboratorios farmacéuticos, incluido el seguro para los pacientes.
En México, la principal fuente de financiamiento es el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y, generalmente, los recursos son insuficientes. De ahí que el fomento a la investigación es otro de los asuntos pendientes del país en cáncer y otras enfermedades, destacó Arrieta.