Adana. Cuadrillas de rescatistas en Turquía y Siria trabajaban bajo un intenso frío a primera hora de hoy con la esperanza de sacar a más sobrevivientes de entre los escombros, después del terremoto de magnitud 7.8 que cobró al menos 4 mil 365 vidas y derribó miles de edificios a lo largo de una extensa región en la frontera entre ambos países.
El sismo provocó más devastación en la nación árabe, sumida en una guerra desde 2010. Prácticamente no quedó nada en pie en los pueblos sirios de Sarmada y Vesania, en el noreste. A lo largo de la jornada de ayer se multiplicaron las imágenes de aldeas arrasadas.
De acuerdo con autoridades de Turquía, 2 mil 921 personas murieron y 15 mil 834 resultaron heridas en 10 provincias, según las autoridades.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, declaró siete días de luto nacional.
En Siria el sismo causó mil 444 muertos, según reporte hasta el cierre de esta edición. En áreas controladas por el gobierno el balance es de “mil 431 heridos y 711 decesos en las provincias de Alepo, Latakia, Hama, Tartus”, según el ministerio de Salud.
En las partes controladas por los rebeldes en el noroeste, al menos 733 murieron y 2 mil 100 resultaron heridas, detalló el grupo de rescate de los Cascos Blancos, que también combate al régimen sirio.
Las autoridades temen que la cantidad de decesos por el sismo que golpeó la madrugada del lunes y sus réplicas continúe en ascenso.
La OMS consideró que la cifra de fallecimientos podría rebasar 20 mil.
Mientras, socorristas buscaban sobrevivientes entre los metales retorcidos y los trozos de concreto en una región asolada por 12 años de la guerra civil en Siria y una subsecuente crisis de refugiados.
La Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja en Turquía estimaron que 250 mil personas pueden verse afectadas en el sur del país por el movimiento telúrico, del cual se han registrado unas 50 réplicas, incluida una de magnitud 7.5.
El terremoto, con epicentro en la provincia de Kahramanmaras, sureste de Turquía, obligó a los residentes de Damasco y Beirut a salir a toda prisa a las calles y llegó a sentirse en lugares tan lejanos como Egipto, Irak y Groenlandia.
El Servicio Geológico de Estados Unidos registró que el terremoto fue de magnitud 7.8, a una profundidad de 18 kilómetros. Horas más tarde y a más de 100 kilómetros de distancia, se registró un sismo de 7.5, que posiblemente fue una réplica del primero.
Las principales ciudades de ambos países, incluidas Adana y Diyrabakir, en Turquía, y Alepo e Idlib, en Siria, lidiaban con el grado de destrucción, y se enfrentaban a una noche helada.
Los sobrevivientes lanzaban gritos desesperados de ayuda entre las montañas de escombros, y los rescatistas se las arreglaban para seguir trabajando bajo la lluvia y la nieve. Los socorristas retiraban cuidadosamente grandes pedazos de concreto para poder sacar cuerpos mientras las familias desesperadas esperaban impacientes noticias sobre sus seres queridos.
El sismo también llevó más dolor a una región que ha sufrido enormemente a lo largo de la última década. Del lado sirio de la frontera, la zona está dividida entre territorio en poder del gobierno y otra parte bajo control del último bastión de la oposición armada, respaldada por Estados Unidos y mercenarios, la cual está rodeada por fuerzas gubernamentales con apoyo de Rusia. Turquía, en tanto, alberga a millones de refugiados de la guerra civil siria.
En el bastión rebelde, cientos de familias seguían atrapadas entre los escombros, reportó el grupo Cascos Blancos. En la zona residen alrededor de 4 millones de desplazados de otros puntos del país a causa de la guerra. Muchas de ellas viven en edificios que ya estaban destruidos por bombardeos previos.
Los maltrechos centros médicos y hospitales se llenaron de heridos con rapidez. Otros, incluida una maternidad, tuvieron que ser evacuados, según la organización médica SAMS.
Las bajas temperaturas podrían reducir el tiempo que tienen los rescatistas para salvar a sobrevivientes, alertó el doctor Steven Godby, experto en desastres naturales de la Universidad Nottingham Trent. La dificultad de trabajar en zonas afectadas por una guerra civil podría complicar todavía más las labores de rescate, añadió.
La zona bajo control opositor, ubicada en la provincia de Idlib, ha estado sitiada durante años, y los bombardeos rusos y del gobierno son frecuentes. El territorio depende del flujo de asistencia procedente de Turquía para el acceso a alimentos y suministros médicos.
En un hospital de Idlib Osama Abdel Hamid contó que la mayoría de sus vecinos murieron cuando se vino abajo el edificio de cuatro pisos en el que vivían. Mientras trataba de escapar con su esposa y sus tres hijos, una puerta de madera les cayó encima, protegiéndolos de los demás escombros. “Dios me dio nueva vida”, dijo.
En Azmarin, una pequeña localidad rebelde en las montañas de Siria, cerca de la frontera con Turquía, habitantes y rescatistas llevaron a un hospital los cuerpos envueltos en sábanas de varios niños.
En la ciudad turca de Gaziantep, capital provincial ubicada a unos 33 kilómetros del epicentro, las personas se resguardaron en centros comerciales, estadios, mezquitas y centros comunitarios.
Un residente de Gaziantep describió escenas de pánico que se prolongaron por varias horas. “Hay muchos niños llorando”.
Añadió que aunque el terremoto sólo duró dos minutos, “se sintió como una eternidad”. También contó de residentes que permanecieron afuera de sus hogares durante horas, pese al intenso frío, pues estaban demasiado asustados como para volver a sus casas.
“La gente se congela en las calles y tiene miedo de volver a entrar, pero las autoridades también recomiendan no volver a los edificios” por las réplicas.
La región afectada se ubica sobre grandes fallas sísmicas y es propensa a los temblores. Unas 18 mil personas fallecieron en 1999 por terremotos similares en el noroeste de Turquía
Un video muestra cómo un edificio residencial de varios pisos se derrumbaba en la ciudad turca de Sanliurfa generando una enorme nube de polvo en medio de los gritos de sus residentes.
Tan sólo en Turquía más de 5 mil 600 construcciones quedaron destruidas, informaron las autoridades. Los hospitales sufrieron daños y uno de ellos colapsó en la ciudad de Iskenderun.
En Kahramanmaras, los socorristas sacaron a dos niños con vida de los escombros, y se podía ver a uno de ellos tendido sobre una camilla colocada en el suelo nevado. La cadena turca CNN Turk informó que una mujer fue salvada en Gaziantep luego de que un perro entrenado la detectó.
En Adana, personal de los servicios de emergencia usaron sierras eléctricas en la parte superior de un edificio colapsado para buscar sobrevivientes.
“Mi nieto tiene año y medio. Por favor, ayúdenlo... por favor. Mi familia estaba en el piso 12”, imploraba Imran Bahur.
Horas antes se podía escuchar a un sobreviviente que gritaba entre los escombros: “Ya no tengo fuerzas”, mientras los socorristas intentaban llegar hasta él, narró un habitante de Adana.
En Diyarbakir, cientos de socorristas y civiles formaron filas a través de una enorme pila de escombros, pasando de mano en mano pedazos de concreto, pertenencias personales y demás escombros.
Huseyin Yayman, legislador de la provincia turca de Hatay, manifestó que varios de sus familiares quedaron atrapados bajo los escombros de sus casas.
“Hay muchas otras personas que siguen atrapadas”, declaró en entrevista telefónica con la cadena de televisión HaberTurk. “Hay muchos edificios dañados. Hay personas en las calles. Está lloviendo, es invierno”.