La mejor forma de acercarse a la historia y aprenderla no es a partir de memorizar los hechos y las fechas, sino experimentándola, viviéndola, sostuvo Mira Harp Grañén a propósito de su novela Xolita en el Templo Mayor, misteriosa aventura familiar en la que una niña, guiada por su mascota, atraviesa un umbral del tiempo para descubrir la vida en la capital del imperio mexica.
“Escribir este libro también sirvió para preguntarnos si la manera en que nos están enseñando historia sirve o si nos interesa, porque nos la enseñan de manera muy cuadrada, con muchos datos y fechas; sólo nos piden que la memoricemos y no que la vivamos, y la historia se vive”, reparó la joven autora, de apenas 13 años.
“En este libro los que hacen la historia son los personajes, porque éstos, al final de cuentas, son los que la relatan, como ocurre en muchos otros libros, si no es que en todos (...) Desearía que las escuelas promovieran la curiosidad y que nos enseñaran a aprender de manera divertida, sin mantenernos sentados con las espaldas encorvadas todo el día.”
Publicada por Almadía, en coedición con la asociación civil Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México (Adabi), esta obra editorial fue presentada este viernes en el Museo Nacional de Historia / Castillo de Chapultepec, con la participación del arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma.
En su condición de coautora del libro y mamá de la novel escritora, María Isabel Grañén Porrúa coincidió con la visión de su hija acerca de la enseñanza de la historia y externó su convicción de que la mejor manera de aprenderla y apropiársela es cuando se siente cercana y uno se identifica con los personajes.
“Esa es una de las grandes virtudes de este libro”, subrayó la también historiadora del arte y presidenta de la Fundación Harp Helú Oaxaca, quien aclaró que la realización de esta novela “es una de las más grandes aventuras” que ha tenido al lado de Mira, en su condición de madre e hija.
“De esta combinación de la mamá y la imaginación de la niña sale un maravilloso relato con cosas que los adultos no nos atreveríamos a hacer; eso me parece un ejercicio muy bonito”, agregó.
“A Mira se le ocurrían cosas que a nosotros los adultos, que somos bien cuadrados, no nos pasan por la cabeza. Además, yo como historiadora procuraba el rigor académico. Queremos decir la historia real, pero ella aportó los aspectos divertidos”.
Para Eduardo Matos Moctezuma, Xolita en el Templo Mayor no sólo es “un bello relato, muy bien escrito y con datos verdaderos”, sino también “un juego maravilloso en el cual las autoras viajan al pasado y lo traen al presente con personajes actuales”.
Apuntó: “Es increíble la manera en que se van engarzando los datos antiguos y los modernos. La imaginación es un verdadero regalo; me sorprende cómo en pocas palabras nos brindan mucho del pensamiento ancestral. El final, inesperado, me hizo emocionarme de verdad”.
El arqueólogo y antropólogo destacó del relato que en él no se juzga al otro, en cuanto a sus prácticas y maneras de pensar, aspecto que consideró indispensable en estos tiempos en los que “estamos creando distancia, odio incluso, cuando debería ser otra cosa: respetar formas distintas de pensamiento”.
Una de las grandes virtudes de este libro, según sus autoras, es el balance entre la parte escrita y las imágenes que lo enriquecen, creadas ex profeso por los pintores oaxaqueños Demián Flores y Sabino Guisu. Los ingresos por su venta, se informó, serán donados al proyecto arqueológico del Templo Mayor.