Con toda seguridad, aunque sea la persona más culta, en algún momento va a utilizar una palabra o expresión que sólo se utiliza en el español que se habla en México. De esto nos enteramos en una obra magna que acaba de publicar la Academia Mexicana de la Lengua, que dirige con pasión el escritor y profesor universitario Gonzalo Celorio, editada en conjunto con Editorial Planeta.
El Diccionario de Mexicanismos (DM) es un trabajo que duró más de 10 años. Fue coordinado por la lingüista Concepción Company, a la cabeza de un numeroso grupo de especialistas. Reúne cerca de 11 mil términos, lemas y acepciones. Cada palabra o frase tiene indicaciones con iniciales para los académicos y lectores acuciosos. Si es un sencillo mortal, la simple lectura lo sorprende y fascina con la enorme riqueza de vocabulario exclusivo de los mexicanos que hemos integrado al español que hablamos.
Más allá de la simple curiosidad de conocer la cantidad de términos, frases y combinaciones que hemos creado a lo largo de los siglos, está el conocer la diversidad de aspectos que refleja nuestra idiosincrasia.
Por poner un caso, es indudable que en la sociedad mexicana de todos los estratos sociales y económicos prevalece una actitud machista y misógina, y esta obra nos muestra cómo se refleja en el lenguaje.
Nos hace ver la doctora Company la multitud de denominaciones para el órgano sexual, especialmente el masculino, más de 240, en contraste para el femenino, con no más de 30. Lo mismo sucede con la relación sexual, muy especialmente cuando se quiere significar que es el hombre quien posee a la mujer.
Se define como mexicanismo a una palabra o expresión que la forma, o acepción, o ambas, se empleen en México y no en el español peninsular, que su uso esté generalizado en nuestro país. En el caso del DM, la zona geográfica que se consideró como objeto central de estudio es el Altiplano Central de México, preponderantemente en las áreas urbanas.
Otro aspecto, que tristemente refleja la corrupción generalizada, es la gran cantidad de voces que se refieren a ésta: “mordida”, “pa’su refresco”, “mocharse”, “corta”, “coyotear”, “no darse por mal servido”, “sobornar”, “arreglo”, “abogánster”, entre muchas otras más.
Company destaca el uso simultáneo de algunas preposiciones, como con la a : “de a tiro”, “de a cómo”, “de a gratis”, “de a cinco pesos”, “de a pechito”, “de a dedo, “de a oquis”. Asimismo, añade, sobresalen la multitud de formas para nombrar la muerte, muchas de éstas de un fuerte carácter festivo, tales como los conocidos “colgar los tenis”, “enrollar el petate”, “entregar el equipo”, “chupar faros”, “bailar las calmadas”, “petatearse, etc., que no son sino muestra de que en México concebimos la muerte integrada a la vida. Por su parte, Celorio da ejemplos de mexicanismos cultos: “cooptar”, “rubro”, “vocero”, “conferencista”, “parteaguas”, entre otros.
El DM nos brinda una imagen de quiénes somos en este naciente siglo XXI, nos permite conocernos a través de cómo nos expresamos, de alguna manera nos desnuda como sociedad. El habla suele ser de las formas más espontáneas de comunicación y muchas veces, sin estar conscientes, revelamos nuestros ideas, valores, sentimientos y nuestra pertenencia a un grupo social que comparte una identidad de raíces profundas.
Es una obra de importancia capital que seguramente dará pie a muchas investigaciones en diferentes campos. Felicitaciones a la Academia Mexicana de la Lengua, que como dice su lema: “Limpia, fija y da esplendor”.
La institución tiene su sede la calle de Donceles 66, en una hermosa mansión del siglo XVIII, con una elegante fachada barroca de tezontle y cantera, que recientemente fue objeto de una magnífica restauración que le devolvió su señorío original.
A unas cuadras, en República de Brasil 5, está el Café de la Parroquia, heredero del legendario establecimiento que hizo famosos los portales de la jacarandosa ciudad de Veracruz. La entidad del mismo nombre seguramente ha aportado varios de los mexicanismos más jariosos.
Aquí encuentra sus platillos tradicionales. Para desayunar: la canilla, la micha con frijoles o la bomba, son ricos panes para sopear en el lechero o con la champola; los tirados especiales: huevos revueltos con frijoles refritos, queso fresco y acompañados de tostones de plátanos fritos con tocino. Si es de buen diente, complete con los panuchos veracruzanos o la picada parroquia..., o ambas. Después, le sugiero una buena caminada por el Centro Histórico.