Cuando un periodista se ve obligado a huir de su estado por las amenazas y ataques en su contra, por su labor profesional, se enfrenta a la “burocracia institucional” para conseguir protección estatal o federal, a la incertidumbre de las nuevas condiciones de vida y al impacto que el desplazamiento conlleva: “pérdida del hogar, la familia y el empleo”, aseveró la organización Aluna Acompañamiento Sicosocial.
En una investigación que realizó, con base en el relato de cinco periodistas desplazados, sostuvo que el ser mujer, madre y comunicadora “aumentan la vulnerabilidad, la vivencia del miedo, del riesgo y de la violencia patriarcal en su profesión y espacios públicos”.
Expuso que entre las situaciones de riesgo que lleva a los periodistas a desplazarse están los señalamientos, las amenazas, el desprestigio, la criminalización, los atentados contra su vida y la de sus familias o entorno cercano, así como ataques al patrimonio, tortura, violencia sexual, retención y privación de la libertad.
Aluna indicó que la experiencia de algunos comunicadores entrevistados que fueron o son parte del Mecanismo de Protección para Defensores de Derechos Humanos y Periodistas, así como de denuncias de organizaciones sociales y fuentes periodísticas, revelan “las omisiones y retos para considerar un esque-ma de protección integral” para este sector. Por ejemplo, apuntó, la centralidad del empleo de “medidas duras” como el uso de un botón de pánico, “que en muchas ocasiones no funciona por falta de señal del aparato de telecomunicación o por la nula respuesta ante su activación”.
En todos los casos, señaló, las vivencias de los periodistas es similar: “desinformación, aislamiento, abandono y desatención a sus necesidades básicas de alimentación digna, acompañamiento terapéutico o sicosocial, atención de la salud, reactivación de su vida productiva, procuración de sus lazos familiares y redes sociales, entre otras”.
Respecto a las mujeres periodistas desplazadas, la organización planteó que en comparación con los hombres, ellas tienden a buscar o aceptar acompañamiento con mayor facilidad, además de tejer redes que les permiten continuar con sus proyectos de vida, mientras ellos son más propensos al aislamiento y la vivencia privada de sus impactos.
Indicó que en el caso de dos comunicadoras que participaron en la investigación, ellas debieron de ejercer su maternidad en contexto de desplazamiento forzado. “Para Patricia, el exilio con su hija fue la única alternativa para salvaguardar la vida de ambas, mientras Yanely ha sido orillada a no ver a sus hijos por periodos prolongados de tiempo”.