Nueva York., Un capo de medio nivel aliado del cártel de Sinaloa declaró ayer que entregó a Genaro García Luna más de 10 millones de dólares en efectivo en sobornos, cuando el acusado era secretario de Seguridad Pública y, además , implicó en la narcocorrupción al ex secretario de Defensa Guillermo Galván Galván.
El ex líder del cártel Milenio, fracción del cártel de Sinaloa, Óscar El Lobo Nava Valencia, fue el primer testigo en este juicio y declaró que personalmente entregó millones de dólares para sobornar al acusado. Otros testigos hasta ahora sólo habían declarado que estuvieron presentes o que tenían conocimiento de esos sobornos.
Nava llegó al estrado de Nueva York en uniforme de reo, amarillo canario, y fue el único testigo en este cuarto día de presentación de testimonios y pruebas en el juicio.
En respuesta a preguntas de la fiscalía, declaró que se vio per-sonalmente con el acusado en dos ocasiones y que lo conoció mediante Arturo Beltrán Leyva.
Expuso que la primera vez que realizó un pago a García Luna fue en 2006, como parte de una “polla” o colecta que coordinó Arturo Beltrán Leyva. “Me tocó aportar 2.5 millones de dólares”.
A cambio, se esperaba “más control y seguridad” para las operaciones del narcotráfico, así como mayor acceso a aeropuertos, puertos marítimos e información sobre operativos y los movimientos de rivales, añadió.
Un “problema” en Manzanillo
Dio testimonio de que la primera vez que vio personalmente a García Luna fue en 2007. Quería resolver un “problema” con un car-gamento suyo de 10 toneladas de cocaína que llegaba por mar desde Colombia al puerto de Manzanillo y fue decomisado por la Marina, junto con otro contenedor en el mismo barco, con otras 10 toneladas de Arturo Beltrán Leyva. Cada contenedor valía 30 millones de dólares, más otros 20 millones de transporte.
En los intentos para “liberar” la cocaína, Arturo Beltrán Leyva informó a El Lobo que ya había hablado con “los licenciados”, como según el testigo llamaban a García Luna y a su lugarteniente Luis Cárdenas Palomino. Y que el mensaje era: “no se preocupen”. El acuerdo era que él y Beltrán Leyva tenían que pagarle a García Luna 5 millones cada uno para recuperar la cocaína. Pero las cosas “se calentaron” más y no se resolvió el asunto.
Pactaron entonces una reunión con García Luna, en un “lugar campestre” de Beltrán Leyva, en las afueras de Cuernavaca. El ahora acusado informó a los narcos que no se había logrado rescatar el cargamento, “porque ya estaban involucrados los estadunidenses”.
Poco después, dijo Nava, el acusado les entregó un documento “sensible”, que comprobaba que las autoridades estadunidenses tenían conocimiento de los contenedores y del barco desde su origen.
Con ese documento pudieron demostrarle a los colombianos que “el problema era de ellos”, lo cual les ahorró “unos 50 millones de dólares”.
Escisión en Sinaloa
Nava relató que la segunda vez que vio a García Luna fue en 2008. Había estallado el conflicto interno en el cártel de Sinaloa, durante el cual se rompió la relación del testigo con Beltrán Leyva, después que el capo lo secuestró una semana para buscar ayuda del secretario en la contienda con los nuevos enemigos.
“Para tener la reunión, teníamos que pagar primero 500 mil dólares a Cárdenas Palomino”. En la reunión se completaría el pago total de 3 millones de dólares que se requería, explicó.
El encuentro y ese pago de 2.5 millones dólares se efectuaron en la oficina de un lavado de autos en Guadalajara, el Estetic Car Wash, cuya foto fue mostrada en la corte.
Nava Valencia informó que fue líder del cártel Milenio de 2004 hasta 2009, cuando lo arrestaron. Calculó que traficó más de 100 mil kilos de cocaína a Estados Unidos entre 2000 y 2009, negocio que se lograba “por los sobornos que hacíamos en mi país”. Al responder sobre cuánta gente había muerto por órdenes suyas durante su “carrera”, respondió que “más de cien personas”, aunque bajo el interrogatorio de la defensa confesó que no tenía idea.
Preso, extraditado y colaborador
El testigo informó que fue arrestado por el Ejército Mexicano en 2009 y fue extraditado a Estados Unidos, donde empezó a colaborar con la agencia antidrogas (DEA) y varios fiscales a partir de 2011. Se declaró culpable de cargos de narcotráfico, pero por su cooperación fue condenado a 25 años de cárcel, una sentencia que se le redujo en 33 por ciento. Espera salir libre en 2025 o tal vez antes por su colaboración en este juicio.
En su turno de interrogatorio, el abogado defensor, Florian Miedel, sistemáticamente bombardeó al testigo con preguntas sobre los asesinatos y torturas que ordenó y acabó extrayendo detalles de los acuerdos de cooperación con las autoridades estadunidenses en este juicio.
Trató de descalificar la credibilidad del testigo en sus declara-ciones contra su cliente, quien observaba con mucha atención la maniobra de uno de sus abogados.
La defensa le rebatió al testigo que en sus múltiples entrevistas con fiscales estadunidenses, desde 2011 hasta 2020, “usted nunca mencionó un nombre. ¿Sabe cuál?… García Luna”. Nava respondió que ese no fue el enfoque de los fiscales hasta 2020, o sea que no le habían preguntado sobre el ex funcionario.
Miedel reviró que si El Lobo había mencionado a los fiscales a otro integrante del gabinete de Felipe Calderón en 2013, cuando el testigo implicó al entonces secretario de la Defensa, Galván Galván, en sobornos del narco, que presuntamente se le pagaron por conducto del general Mario Acosta Chaparro.
“No recuerdo claramente” esa reunión, respondió el testigo.
En su línea de sembrar dudas en el jurado sobre la veracidad de los testigos cooperantes, Miedel buscó dejar la impresión de que fue sólo a partir del arresto de García Luna que Nava aportó la narrativa que ofreció a los fiscales sobre el acusado.
El litigante aseguró que el testigo, en una reunión con fiscales apenas el mes pasado, de repente les dijo que había mentido y que nunca conoció a García Luna, pero que después decidió proceder y presentarse aquí.
Nava titubeó y trató de explicar que “mi preocupación era mi familia”, la cual, dijo, está en Mexico y corre peligro.
Poco más tarde, los fiscales intentaron reparar el posible daño de este intercambio ante el jurado. Permitieron que Nava explicara que de repente dudó en declarar contra García Luna por su “temor” de posibles “repercusiones” de su testimonio y la existencia de “amenazas” y “atentados” que ha sufrido su familia. “Se pone uno en el ojo del huracán otra vez”, manifestó.
Respecto de su motivación para ofrecer este testimonio contra García Luna, el testigo cooperante aseguró que no era para recibir un beneficio, como reducción de su condena o el traslado de su familia de México a Estados Unidos, sino que lo estaba haciendo “como una forma de retribuir, de contribuir a la sociedad de mi país”.