Buenos Aires. Uno de los tres arrestados por el fallido atentado contra la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, buscó desligarse del hecho al declarar este martes ante la justicia que el ataque habría tenido motivaciones amorosas más que políticas.
Nicolás Carrizo, imputado como partícipe necesario del atentado ocurrido el 1 de septiembre de 2022 frente al domicilio de Fernández de Kirchner, fue interrogado durante seis horas y sostuvo que lo que buscaba Fernando Sabag Montiel, detenido por apuntar con un revólver y gatillar contra la dirigente política, era impresionar a su pareja Brenda Uliarte, quien también está bajo arresto.
El contenido de la declaración de Carrizo ante el fiscal Carlos Rívolo y la jueza María Eugenia Capuchetti fue confirmado por su abogado Gastón Marano a periodistas en los tribunales federales de Buenos Aires.
Si bien los tres detenidos carecían de filiación política, eran muy activos en redes sociales contra el gobierno de Alberto Fernández y en especial contra la vicepresidenta, quien también presidió el país entre 2007 y 2015. Hasta ahora los investigadores apuntaban a esa línea como móvil del ataque.
Carrizo, un trabajador independiente que se dedicaba a la venta callejera de copos de nieve y tenía a los otros dos detenidos como empleados, declaró que el atentado “no tuvo nada que ver con la política”, según el detalle brindado por su abogado Marano.
Según consta en la declaración ante los fiscales y confirmada a AP por Marano, Carrizo detalló que Montiel “estaba frustrado, no podía con ella (por Uliarte) sexualmente". A lo que agregó: "Entonces él quiso aprovechar la oportunidad, metiéndose en esto. Yo creo que, si hubiese querido matarla (a la vicepresidenta), lo hubiera logrado. Pero no la quiso matar. Solo se quiso hacer ver”.
Uliarte fue detenida días después del fallido atentado luego de que los investigadores descubrieran a través de cámaras de seguridad que merodeaba el domicilio de la vicepresidenta cuando su novio gatilló el arma contra la política. El revólver tenía balas en la recámara, pero Montiel no destrabó el cargador antes de disparar.
Carrizo aceptó someterse a un nuevo interrogatorio por los fiscales luego de que peritos informáticos detectaron en su teléfono móvil mensajes considerados sospechosos que intercambió con varios de sus contactos justo después del intento de magnicidio.
“Ha explicado una y mil veces que su rol tenía que ver con lo comercial con estas personas”, dijo Marano. Respecto a los mensajes de su cliente, el abogado dijo que se trató de “bromas desafortunadas”.
“(Carrizo) tuvo siete conversaciones con posterioridad a tomar conocimiento del hecho por un canal de televisión", asegura su defensa. "Explicó por qué envió esos absolutamente desatinados mensajes a siete receptores de las decenas de contactos que tenía para llevar adelante esas bromas desafortunadas”, insistió.
El letrado recalcó que su cliente no “sabía absolutamente nada de lo que iban a hacer estas dos personas que están imputadas”.
La vicepresidenta no está conforme con la investigación del atentado en su contra y solicitó apartar a la jueza a cargo, María Eugenia Capuchetti, por considerar que mostró falta de iniciativa para ahondar en la pesquisa sobre quién estaría detrás del ataque.