Fernando Camacho Servín

Si México avanza en la puesta en marcha de medidas para la “humanización” de las cárceles, no sólo estaría siendo congruente con los planes anunciados en ese ámbito por el presidente Andrés Manuel López Obrador, sino que también sería visto con buenos ojos por la comunidad internacional como un paso sustantivo en la promoción y defensa de los derechos humanos.

Así lo afirmó Jerome Poussielgue, ministro consejero encargado de la cooperación en la Delegación de la Unión Europea (UE) en México, quien destacó que los modelos de penas alternativas significan un menor gasto carcelario, así como una notable baja en los índices de reincidencia de los presos que recuperan su libertad.

En entrevista con La Jornada, el representante del bloque comunitario destacó la importancia del método de la Asociación de Protección y Asistencia a los Condenados (APAC), creado hace ya medio siglo por un grupo de activistas cristianos brasileños, el cual se puso en marcha en México en 2022 mediante un programa piloto donde participaron chicas adolescentes.

Al financiar dicho plan --el cual tuvo lugar en el Centro de Internamiento “Quinta del Bosque”, ubicado en Zinacantepec, estado de México—la UE buscó replicar en el país el modelo que ha tenido éxito en Brasil y otras naciones latinoamericanas, pero también respaldar las iniciativas anunciadas por el actual gobierno en temas de mejora carcelaria.

“En el Plan de Desarrollo y Paz 2018-2019, que cubre el periodo del gobierno actual, está dicho claramente que la humanización de las cárceles es una de las prioridades del presidente de la República. Entonces pensamos que sí había que apoyar este cometido político para ayudar a las personas” privadas de libertad, señaló Poussielgue.

“No todos los presos son un peligro para la sociedad”

El diplomático subrayó que la situación carcelaria de México es similar a la de otros países de la región y del mundo, caracterizada por fenómenos como la sobrepoblación, el hacinamiento y la violencia, por lo que este también sería un espacio en donde el sistema APAC podría dar buenos resultados.

“En México hay más de 400 cárceles, algunas gestionadas por el gobierno federal, pero la mayoría por las autoridades locales, y algunas han sido de alguna manera privatizadas. La justicia ha mandado ahí a un montón de personas que, según mi opinión, no deberían estar en la cárcel, sino con penas alternativas, como servicios a la comunidad”.

La razón de ello, abundó, es que “no todas las personas que están encarceladas son un peligro para la sociedad. No por robarte cuatro manzanas, un día vas a matar a alguien. Siempre hay personas que realmente serán criminales toda la vida, pero no son la mayoría.

“Si uno ve a las personas que están en la cárcel, básicamente tienen el mismo perfil: vienen de familias pobres, han crecido en lugares peligrosos y, por falta de educación y oportunidades, han sido inducidos a cometer crímenes”, recalcó.

Al menos el 75 por ciento de las personas que hoy están en las cárceles “podrían tener una vida digna afuera, siendo personas honradas, y así habría mejores condiciones para los otros que sí es muy difícil que estén libres. Eso es lo que hemos visto en Brasil, y mira que tiene casi el doble de población que México y condiciones socioeconómicas muy similares. Si se pudo ahí, se puede también en México. La pregunta es ¿se quiere o no se quiere?

Menores costos y mejor imagen internacional

Aunque está consciente de que la humanización de las prisiones sólo será posible a través de un cambio cultural que enfrenta muchas resistencias, el ministro de la UE consideró que hay diversos elementos que pueden ayudar a que modelos como el de APAC avancen y se consoliden poco a poco en México.

Uno de ellos, afirmó, es el de los recursos económicos que se destinan para la manutención de las prisiones “regulares”, donde el enfoque es estrictamente de seguridad y vigilancia. De acuerdo con cálculos de los creadores del sistema APAC, los costos de este modelo alternativo pueden ser de una tercera parte.

“Este también es un tema de recursos. Una persona en la cárcel cuesta 5 mil pesos por día en un centro de detención federal, y 16 mil pesos en uno privatizado, que es más de lo que ganan muchas personas al día. ¿Quién va a aceptar que se aumente más el presupuesto de las cárceles?”

Pero otro buen argumento que podría convencer a los tomadores de decisiones en el país es el de la imagen internacional que proyectaría México si su gobierno se decide a implementar esquemas carcelarios alternativos a una mayor escala.

—- Si las autoridades mexicanas están dudando si apoyar o no este tipo de sistemas, ¿podría cambiar algo el pensar que se estaría mandando un mensaje positivo hacia el exterior?, ¿México enviaría un mensaje bien recibido afuera?

—- Sin duda. En la UE y otros organismos internacionales sería percibido como una marcha hacia la modernización. Además, si un país tiene un proyecto de transformación social, como este, me parece que estos modelos deben hacer parte de dichos estándares. El presidente (López Obrador) lo tenía muy claro, porque si no, no habría hecho referencia a la humanización de las cárceles en su programa de trabajo.

“Como se dice en muchos países latinoamericanos, ‘ver para creer’, y con el sistema APAC puedes verlo. Es una metodología concreta que permite traer mejoras a la cárcel y ayudar a las familias, porque es horrible tener a un ser querido en prisión. La gente se destruye sicológicamente y se endeuda materialmente.

“En la UE pensamos que no debes vivir condenado toda la vida por el lugar donde naciste. Nadie debe ser estigmatizado por su origen o su color de piel; tienes derecho a estudiar, a tener un trabajo digno, y el Estado debe ser el garante de esos derechos”, recalcó Poussielgue.

Un esquema exitoso en diversas realidades

Tras su surgimiento en Brasil en 1972, el sistema APAC ha sido probado con éxito en diversos países de América Latina, de acuerdo con la organización civil italiana AVSI, una de las promotoras del esquema a nivel mundial.

En un video titulado “Más allá de las fronteras” --que retrata un proyecto del mismo nombre impulsado por AVSI Brasil, la Fraternidad Brasileña de Asistencia a los Condenados y otros colectivos locales--, se documenta el desarrollo del modelo de humanización de las cárceles en varias naciones latinoamericanas.

Entre los países donde se ha aplicado el esquema APAC está Chile. Algunos de los internos que han participado en esta metodología destacan que en estos centros “uno puede vivir tranquilo, caminar y dormir tranquilo. No hay ese temor de dormir y pensar que a lo mejor algo malo nos va a pasar”.

También Costa Rica ha sido escenario del modelo. En el mencionado video se consigna la opinión de un interno que resalta: “Aquí nos ven como humanos, creen en nosotros para que podamos salir adelante. Aquí tenemos la oportunidad de llenarnos de herramientas para volver a la sociedad y no cometer más el delito”.

Además de los más de 54 centros de reintegración social para hombres y mujeres que hoy existen en Brasil, donde hay más de 4 mil beneficiarios o “recuperandos”, el modelo se aplica parcialmente en 12 naciones más, entre ellas Colombia, Perú, Paraguay, Países Bajos, Alemania, Italia, Portugal y Corea del Sur, además de los ya mencionados Chile y Costa Rica.