Los pronósticos de sequía y escasez de agua para este año indican una emergencia inaplazable, cuya solución demanda aproximadamente 80 mil millones de pesos anuales de manera sostenida, advirtieron especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de otras instituciones.
Dichos recursos servirían para construir una nueva infraestructura hídrica, mantener y reponer la existente y mejorar la eficiencia de los sistemas de agua potable y saneamiento, reducir el volumen de agua destinada al riego e impulsar proyectos de reparación de fugas y adopción de tecnología, señalaron Fernando González Villarreal y Eduardo Vázquez.
González es coordinador técnico de la Red Agua UNAM y director del Centro Regional de Seguridad Hídrica, auspiciado por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Vázquez dirige Agua Capital, Fondo de Agua de la Ciudad de México, parte de una red internacional promotora de la seguridad hídrica.
En un análisis detallan que en el sector agrícola hay baja eficiencia en el uso de este líquido. Además, se pierde 40 por ciento del volumen que ingresa a la mayoría de los sistemas de agua potable y la inversión en infraestructura hídrica es insuficiente, la cual ha decrecido paulatinamente.
Los especialistas hacen notar también la ausencia de un proyecto continuo de mantenimiento, así como la sustitución de redes de distribución y de protección de las fuentes de agua. Todas estas son las principales causas para que continúe el desabasto en México, señalan.
Refieren que, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), 76 por ciento del líquido concesionado se destina a usos agrícolas; 15 por ciento al empleo público urbano-doméstico y otros conectados a las redes de agua potable; 5 por ciento al empleo no doméstico autoabastecido (industria, comercio y servicios) y 4 por ciento a la generación de electricidad, excluida la hidroelectricidad.
Impacto en alimentos
En otro análisis, Adrián Pedrozo, del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), expone que la agricultura, el principal usuario, “está significativamente expuesta a los efectos del cambio climático, al desarrollo socioeconómico y al crecimiento poblacional”.
Explica que “la intensificación de la escasez de agua en la agricultura afecta la producción de alimentos, lo que a su vez amenaza la seguridad alimentaria de todos los países, pero en particular la de los más pobres dentro de cada país”.
“Bajo condiciones de un clima que está cambiando y que nos expone a eventos de sequías más severas y prolongadas, es de esperarse que en el futuro próximo la escasez se agrave”, indicó Pedrozo.
En cuencas donde coexisten usuarios industriales y agrícolas, agrega, el incremento en la demanda puede dar lugar a la sobrexplotación de ríos y acuíferos, abriendo así la puerta a la insustentabilidad en el uso de este líquido para la producción de comida de regiones enteras.
Considera que una de las claves para el desarrollo adecuado de la sociedad en este siglo consiste en entender mejor la escasez hídrica bajo el cambio climático, su relación con el incremento en la demanda de alimentos y la influencia que ésta ejerce sobre su producción, en particular con la relación entre la expansión de la frontera agrícola y la tecnificación de los sistemas de riego.