La inflación alcanzó sus mayores niveles en diciembre del año pasado y el primer mes de 2023 y, a diferencia de Estados Unidos y otros países, en México está impulsada por el aumento de los precios de los alimentos. Los precios internacionales de los productos básicos agropecuarios alcanzaron niveles récord e impactaron en el alza de los precios domésticos.
El de la tortilla, durante el gobierno actual ha sufrido un fuerte aumento de 54 por ciento, al pasar de 14.37 pesos en enero de 2019, cuando se iniciaba el sexenio, a 22.17 en enero de 2023, con los mayores aumentos durante 2021 y 2022.
Desde mayo de 2022 el gobierno propuso un Paquete Contra la Inflación y la Carestía (Pacic) para intentar controlar los precios de una canasta básica alimentaria, a través de un acuerdo con productores, distribuidores y comerciantes. En enero de este año este acuerdo tuvo una tercera ampliación, para mantenerse hasta el último día de 2023.
En lo que se refiere al maíz, otorga la posibilidad a las empresas de que cuenten con una “licencia única universal” de importarlo sin arancel desde cualquier lugar del mundo, pero para atajar las críticas suscitadas por la falta de regulaciones de los anteriores Pacic –que propició que las empresas se apresuraran a importar 400 mil toneladas de maíz blanco de Sudáfrica, muy probablemente transgénico, pues entre 85 y 90 por ciento del cultivo de ese país es genéticamente modificado–, el nuevo decreto apunta que el maíz blanco harinero sólo se importará para consumo humano y no podrá ser genéticamente modificado. Para el amarillo, la importación sin arancel sólo se aplica al destinado a la alimentación animal, aun cuando sea transgénico.
Igual que las anteriores versiones, el Pacic deja a las empresas la posibilidad de que sus compras al exterior –incluídas las del maíz– no sean revisadas y únicamente puedan manifestar bajo protesta de decir verdad que cumplen con las condiciones sanitarias y de inocuidad alimentaria. (bit.ly/3DmLHPA)
Se libera así a las instituciones de controlar la calidad de los embarques. Ya que no existe capacidad para inspeccionar la bioseguridad de los cargamentos de maíz, siguen llegando a la mesa de consumidores eventos de grano transgénico que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios no ha aceptado.
El otro mecanismo para controlar la inflación en el mercado de este producto es la imposición de un arancel de 50 por ciento a las exportaciones mexicanas, que han fluctuado en los últimos años entre 900 mil y 300 mil toneladas. (bit.ly/3XMH9Ko)
Aunque el actual gobierno se propuso lograr la autosuficiencia alimentaria y el Pacic implicó el aumento de ciertos subsidios a los muy pequeños productores de maíz, los resultados no han sido suficientes para aumentar la producción y reducir las importaciones. Según el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas, las compras externas de maíz cerraron en 2022 con 17.3 millones de toneladas, sólo superadas por las 17.4 millones de 2021, pero que debido al aumento de sus precios internacionales alcanzaron 5.6 mil millones de dólares. (bit.ly/3kOIiTo)
Con una producción anual estancada que no sobrepasa 27 millones de toneladas, lo que el gobierno busca liberalizando las importaciones e impidiendo las exportaciones es aumentar la oferta de maíz en México para evitar que suban sus precios, e incluso reducirlos.
Según datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera, la producción de otoño-invierno (21-22) mostró una contracción de 1.5 millones de toneladas, al producirse sólo 7.2 millones, de las 8.8 millones producidas al inicio del sexenio (2019). Esta situación era previsible, pues la política actual eliminó casi todos los apoyos para los productores de riego, que son quienes mayoritariamente siembran en este ciclo. En tanto, para el ciclo primavera-verano 2022, cuya cosecha terminará el próximo marzo, se prevé una producción de más de 19.2 millones de toneladas, lo que constituye un aumento de 800 mil respecto de 2019.
El gobierno no sólo liberalizó las compras internacionales de maíz, el Pacic también promueve las de carne de bovino, puerco y pollo, además de las de leche y huevo, que utilizan el maíz como uno de sus principales insumos.
El aumento de las importaciones de este grano y de los productos pecuarios que dependen de él, amenaza con reducir los precios domésticos a los agricultores y campesinos maiceros, así como con hacer recaer en ellos el costo por el control de la inflación, cuando además han sufrido una fuerte alza de los precios en sus insumos.
El impulso a las importaciones como mecanismo para reducir a corto plazo la inflación, se contrapone al objetivo de autosuficiencia alimentaria, pues compite con la producción nacional por el mercado interno y muy probablemente la desaliente.
* Directora del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano