Vienen del pasado. Con cargas y enseñanzas que pueden servir para entender las claves negativas o difícilmente remontables del presente, pero no para diseñar propuestas de futuro ni para pergeñar puntos electorales de partida.
Cuauhtémoc Cárdenas y Francisco Labastida, candidatos presidenciales en 2000, asoman de cara a 2024 con intenciones analíticas y enunciativas, ha de entenderse que de mera asesoría cívica sin implicaciones partidistas, pero las aparentes buenas intenciones impactan al proyecto autodenominado Cuarta Transformación (4T), a su máximo líder, Andrés Manuel López Obrador, y al proceso político en busca de continuidad de dicho proyecto.
El lance a anunciarse este lunes en el Polyfórum Cultural Siqueiros suma argumentos a los contrarios a la citada 4T y puede servir para tratar de dar cauce menos deslucido, más programático, a la oposición partidista (Va por México) que no logra asirse a algo parecido a un proyecto de nación.
Cárdenas fue candidato presidencial por tercera ocasión en 2000, a nombre del Partido de la Revolución Democrática en el que solían considerarlo el guía moral. En 1988, en su primera postulación presidencial, tuvo la gran oportunidad de acelerar un proceso de cambio luego del fraude electoral y la vía escogida fue la del apaciguamiento social para encauzar la irritación a lo que sería un nuevo partido, el de la Revolución Democrática.
López Obrador haría algo parecido en 2006, hacia el mismo PRD, pero luego de 2012, en su segunda candidatura, enfiló a crear lo que hoy es Morena y, a diferencia de Cárdenas, también en tercera oportunidad, logró el arribo a Palacio Nacional. Desde que AMLO llegó a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, Cárdenas ha mantenido una distancia crítica hacia el tabasqueño, sin apoyo real en los momentos críticos.
El Punto de Partida a anunciarse hoy, con el empuje central de Dante Delgado, que con este parapeto busca abrir camino a Movimiento Ciudadano a una candidatura común “programática” con Va por México, es una maniobra más contra ese obradorismo repelido por el nuevo ente, Punto-MC.
A Labastida muy bien se le podría preguntar hoy si en el catálogo de recomendaciones que presentan está el defender el medio ambiente en la bahía de Ohuira, en Sinaloa, donde se pretende instalar una tóxica y socialmente repudiada planta de amoniaco en cuyo proceso de habilitación participó políticamente y a través de su despacho Consultores en Desarrollo, Economía y Finanzas (https://bit.ly/3Y1V8f2).
Ex gobernador de Sinaloa, ex secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal con Miguel de la Madrid y de Agricultura y Ganadería y luego de Gobernación con Ernesto Zedillo, Labastida fue el primer candidato presidencial priísta en perder oficialmente la elección (su coordinador de campaña era Esteban Moctezuma Barragán), a pesar de la inyección de recursos ilegales a través del sindicato de trabajadores petroleros en el escándalo conocido como Pemexgate, que quedó en la impunidad en cuanto a responsables individualizados, sólo con una multa del equivalente a unos 90 millones de dólares, a cotización de aquella fecha, al Revolucionario Institucional.
En 2000, por cierto, Fox (PAN, aliado al Verde) obtuvo 42.5% de los votos, contra 36.1 de Labastida (PRI) y 16.6 de Cárdenas (PRD, PT, Convergencia, Alianza Social y Sociedad Nacionalista). Porfirio Muñoz Ledo perdió en la interna perredista con Cárdenas y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana lo hizo candidato, pero Porfirio, fiel a su estilo, botó tal candidatura a veinte días de las elecciones y anunció su apoyo a Fox (https://bit.ly/3Rkfs9p), quien luego lo nombraría embajador ante la Unión Europea. Labastida, con 272 de 300 distritos electorales, había ganado la interna priísta a Roberto Madrazo (21 distritos), Manuel Bartlett (cinco, de Puebla) y Humberto Roque (cero). De aquellos lodos vienen los estilizados polvos de ¿cambio? que ahora se proponen. ¡Hasta mañana!
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