Moscú. Rusia acusó ayer al ejército ucranio de bombardear un hospital de la región separatista de Lugansk en un ataque que dejó 14 muertos y 34 heridos.
“Como consecuencia del impacto contra el edificio, 14 pacientes perdieron la vida mientras otros 24 internados y personal médico resultaron heridos de diversa consideración”, indicó el Ministerio de Defensa en un comunicado.
Subrayó que el centro médico llevaba meses atendiendo a la población local y a los militares. Agregó que el ataque se llevó a cabo con sistemas Himars, de fabricación estadunidense, afirmó que la ofensiva es “un grave crimen de guerra”, pues el derecho internacional prohíbe atacar instalaciones sanitarias.
El representante adjunto de Rusia ante Naciones Unidas, Dimitri Polianski, denunció en Twitter a Estados Unidos por participar en el bombardeo mediante la entrega al ejército ucranio de estos sistemas de proyectiles múltiples.
“Los Himars están sujetos a un acuerdo con Washington y ello deriva en que ese gobierno se haya involucrado directamente en los hechos. Los contribuyentes estadunidenses necesitan saber en qué se gasta su dinero” recalcó Polianski.
El presidente de la autoproclamada república de Lungask, Leonid Pasechnik, criticó la “aprobación tácita” de Occidente a esta belicosidad que “sin duda tendrá graves consecuencias para la comunidad mundial”.
Asimismo, tres personas murieron y al menos dos resultaron heridas en un bombardeo ruso contra la ciudad de Konstantinovka, en el este de Ucrania, informó el gobierno regional.
Las fuerzas ucranias reportaron ayer que apuntaron su fuego de artillería contra 40 asentamientos cercanos a la ciudad de Bajmut, al oeste de Donietsk, zona que ha sido el centro de los combates recientes. Fuentes militares afirman que Kiev lucha por mantener el control en el enclave, tras replegarse la semana pasada de la vecina ciudad de Soledar. “Los rusos han destruido todo lo que se podía usar para cubrirse y las fuerzas ucranias no tienen suficiente artillería”, indicó una fuente militar de Kiev.
En tanto, Ucrania y sus aliados occidentales están embarcados en conversaciones “aceleradas” sobre la posibilidad de equipar al país invadido con misiles de largo alcance y aviones militares, declaró ayer Mykhailo Podolyak, un asesor del presidente Volodymir Zelensky.
Afirmó que algunos socios occidentales de Ucrania mantienen una actitud “conservadora” aportar arsenal “debido al temor a los cambios en la arquitectura internacional”.
Piden apoyo a indecisos
“Debemos trabajar con esto y mostrar (a nuestros socios) el cuadro real de esta guerra. Hablaremos razonablemente para decirles, por ejemplo, ‘esto y esto reducirán las muertes, esto aliviará el peso sobre la infraestructura. Esto reducirá las amenazas de seguridad al continente europeo, esto mantendrá localizada la guerra’. Y lo que adicionalmente estamos haciendo”, dijo Podolyak.
Estados Unidos y Alemania acordaron el miércoles enviar modernos vehículos de guerra Leopard 2, alemanes, y los estadunidenses Abrams, a Ucrania, además de los menos letales Bradley y Marder prometidos.
Hungría, nación vecina a Ucrania, es el único país miembro de la Unión Europea y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte que se ha negado a dar apoyo monetario o armamentístico a la república eslava. Su primer ministro, Viktor Orban, advirtió antier que los países occidentales que envían armas y dinero a Ucrania han “derivado” hacia la participación activa en el conflicto, situación que el pueblo húngaro no quiere.
Por otro lado, “Argentina y (los demás países de) América Latina no piensan mandar armamento ni a Ucrania ni a ningún otro lugar en conflicto”, dijo el presidente, Alberto Fernández, en una rueda de prensa conjunta con el canciller alemán, Olaf Scholz, de visita oficial en Argentina.
Esta semana, el periódico brasileño Folha publicó, que Brasil rechazó la solicitud del gobierno alemán de suministrar munición para los tanques Leopard. Berlín enviará a Ucrania 14 carros Leopard 2 de tipo A6.