Ciudad de México. Hace una década México llegó a tener 17 campeones mundiales al mismo tiempo en el boxeo varonil. El deporte al que suele atribuirse el mayor número de victorias en la historia de este país, mantuvo un protagonismo en distintas categorías, pero a partir de 2013 se redujo de 14 monarcas a nueve. Desde entonces la cifra ha oscilado en torno a esa cantidad y en 2022 cerró con siete peleadores coronados.
Luis Venado López ostenta el título mundial mexicano más reciente. En diciembre pasado fue a Inglaterra para arrebatar el cinturón pluma de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) al británico Josh Warrington. Un trayecto que supuso cambiar de equipo; hacer más profesional y multidisciplinario el conjunto de personas a su alrededor.
“El boxeo mexicano se está rezagando en campeonatos del mundo”, suelta Venado López; “es un deporte con una larga tradición de éxito en nuestro país, que ha llegado a tener muchos monarcas al mismo tiempo, pero hoy apenas somos siete y los estadunidenses, principalmente, nos están dejando muy atrás”.
Ya no basta con la fe guerrera que se presumía era el principal rasgo del boxeador mexicano, fajador, combatiente al límite. Un ímpetu irreductible y un valor ante cualquier adversidad que los hacía célebres; ahora, considera López, los peleadores se profesionalizan cada vez más y los equipos de personas se vuelven más sofisticados. El boxeador ya no sólo es un gladiador movido por el coraje y el orgullo, sino un atleta de alto rendimiento, agrega.
“El rendimiento físico de los peleadores de hoy día es asombroso”, plantea el flamante campeón pluma; “llegan muy bien, con entrenadores, preparadores físicos, nutriólogos, hasta sicólogos, y todo eso se traduce en un trabajo de mayor calidad”.
El talento siempre ha existido en México, afirma el Venado (29 años, nacido en Mexicali). Hay cientos de jóvenes con hambre que se entregan con disciplina en los gimnasios de toda la República. A eso se debe la larga tradición de campeones, pero advierte que algo ha faltado en la última década.
“Hace falta dejar de mirar todo el tiempo al futbol, pues como vimos en el Mundial, pasan los años y no logramos trascender”, apunta; “en el boxeo se nos tiene respeto y acumulamos un largo historial de éxito. Eso debe recuperarse”.
La biografía del Venado López sirve como argumento a las ventajas de profesionalizar el boxeo. Después de años de trabajo sentía que no avanzaba; su carrera estaba atascada entre gente que no lo tomaba en serio ni buscaba apoyarlo para crecer como atleta. Eso deri-vó en una profunda depresión que pudo enfrentar con terapia y un nuevo equipo de trabajo.
“Hoy dudo que un atleta de alto rendimiento, alguien con una trayectoria exitosa, pueda llegar y mantenerse sin apoyo terapéutico, sin trabajo sicológico detrás. Vivimos bajo tanta presión, con el miedo al fracaso, con tanto en juego en nuestras carreras, que es difícil no quebrarse”, cuenta López.
Mientras relata su experiencia, recuerda a varios espárrings (peleadores de entrenamiento) con los que trabajó en el gimnasio. Eran boxeadores muy completos y fuertes –advierte–, al verlos en acción cualquiera pensaría que serían imbatibles sobre el cuadrilátero.
“Pero los veías arriba, en medio de la arena, y entonces se hacían chiquitos, como si se desinflaran a la hora de la verdad. Y no entiendes cómo un boxeador tan bueno, puede desaparecer cuando está bajo esa presión de un combate. Eso debe tener una explicación sicológica, la mentalidad en el deporte debe atenderse”, concluye.