La reunión cumbre de la Comunidad de Naciones Latinoamericanas y Caribeñas (Celac) se inaugurará hoy en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en un momento en el que en los principales países de la región gobiernan proyectos políticos con sentido social, democrático y soberanista.
Tras el ciclo regresivo en el que subieron al poder las derechas representadas por Jair Bolsonaro, en Brasil; Mauricio Macri, en Argentina, así como el golpismo cívico-militar en Bolivia, se respiran en Latinoamérica nuevos aires de esperanza, fortalecida por el retorno a la presidencia brasileña de Luiz Inácio Lula da Silva y el gobierno de Gustavo Petro, en Colombia.
Asimismo, el clima resulta especialmente propicio para fortalecer a la propia Celac, un foro que fue deliberadamente debilitado en años anteriores y es, sin embargo, de crucial importancia para el desarrollo y la integración de América Latina.
No debe ignorarse, sin embargo, que el encuentro se da en un contexto en el que las derechas continentales llevan a cabo una ofensiva brutal en contra de los gobiernos establecidos.
Luego de perder el control del Poder Ejecutivo en sus respectivos países, las oligarquías político-económicas desplazadas en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile y México, entre otras, han emprendido campañas judiciales, legislativas y mediáticas, no sólo orientadas a obstaculizar la puesta en práctica de políticas sociales, medidas democratizadoras y posturas soberanistas, sino también a desplazar del poder a gobernantes y partidos progresistas.
Más todavía, tales campañas se realizan bajo el signo de una inocultable coordinación internacional, particularmente con las derechas y ultraderechas europeas, pero también con los sectores racistas y soberanistas de Estados Unidos, que tienen a Donald Trump como su principal exponente y vocero. En este contexto, es por demás preocupante que las amenazas procedentes de los ámbitos reaccionarios del país anfitrión hayan logrado disuadir al presidente venezolano, Nicolás Maduro, de hacerse presente en la cumbre.
A los amagos de agresión al mandatario venezolano, cínicamente festejados por el ex presidente argentino Macri, se añadió la petición de la derechista Propuesta Republicana a la oficina antidrogas estadunidense (DEA, por sus siglas en inglés) de que detuviera a Maduro a su llegada al aeropuerto bonaerense de Ezeiza, en lo que constituye una provocación golpista, un abierto intento desestabilizador y un llamado a la intervención extranjera en Argentina.
Ante esta beligerancia reaccionaria, las tareas principales de los mandatarios y representantes reunidos en Buenos Aires consisten principalmente en reactivar la cooperación, los organismos y los procesos de integración regionales, a fin de que el subcontinente pueda disponer de instrumentos para contrarrestar la perversa influencia de la Organización de Estados Americanos –una entidad que es claramente irreformable–, así como avanzar en la creación de consensos para reactivar las economías nacionales después los devastadores efectos de la pandemia de covid-19 y el conflicto bélico en Ucrania, además de hacer frente a derechas cada vez más cercanas al fascismo.