Castelvetrano, Italia. El activista antimafia Giuseppe Cimarosa, sobrino del padrino de la Cosa Nostra capturado la semana pasada, conoce íntimamente a la mafia siciliana y sus métodos, por lo que se ha convertido en un emblema de la lucha contra la poderosa organización criminal.
Giuseppe Cimarosa, siciliano de 40 años, hijo de un mafioso arrepentido, es pariente, por el lado de su madre, de Matteo Messina Denaro, el último capo de Cosa Nostra detenido el pasado 16 de enero en una clínica de Palermo tras 30 años de vida clandestina.
Convencido militante antimafia, Giuseppe asistió impotente hace años a la misteriosa muerte de uno de sus caballos y pese a estar expuesto a las amenazas, sigue luchando contra la organización siciliana.
Cimarosa quiere ante todo educar a los jóvenes para cambiar la "mentalidad" que aún rige en la sociedad siciliana, según contó en una charla con la AFP en la sede del centro ecuestre que administra en el oeste de Sicilia, en Castelvetrano, pueblo natal de Messina Denaro, en donde tenía a pocos kilómetros su escondite.
"La batalla es ahora de carácter cultural", afirma Cimarosa al comentar la detención del jefe mafioso.
"Tenemos la tarea de cambiar la mentalidad de la gente. El enemigo ya no es la mafia, sino la 'mafiosidad', que sigue condicionando el comportamiento de la gente o simplemente la forma de pensar", explica.
Cimarosa rompió la "omertá", la ley del silencio impuesta por la mafia y que todavía se respeta en muchos lugares, tras convencer a su padre de colaborar con la justicia, lo que permitió encarcelar a varios miembros del clan local.
Los numerosos medios de prensa que llegaron a Castelvetrano para cubrir el final del reinado del poderoso padrino de Cosa Nostra, incluida la AFP, han podido constatar en primera persona que muchos sicilianos son reacios a hablar y prefieren el silencio.
Enfrentamiento generacional
"La mafia basa su fuerza en el miedo, y por eso la gente tiene miedo de exponerse, prefiere mirar para otro lado, sin darse cuenta de que es un asunto de todos", lamenta el activista, quien recuerda que la tumba de su padre arrepentido ha sido destruida en dos oportunidades.
"Mi padre rompió el muro de omertá, que en esa época era aún más fuerte", y por colaborar con la justicia "nació un conflicto", cuenta.
"Nunca he recibido amenazas explícitas, aunque sucedieron cosas que podrían interpretarse como mensajes, como por ejemplo encontrar uno de mis caballos muerto o que destruyeran dos veces la tumba de mi padre poco después de su muerte", dice.
Pese a ello, Cimarosa y su familia optaron por renunciar al programa de protección que ofrece la justicia y seguir viviendo en Castelvetrano.
"No acepto renunciar a mi identidad y a quién soy por culpa de un delincuente que no conozco", subraya.
"Me quedé aquí porque creo que es demasiado fácil decir lo que digo desde lejos, tiene más valor si lo digo desde Castelvetrano", subrayó.
"La mafia ya no es tan invencible como creía, el Estado es más fuerte", advierte convencido de que es clave "el choque entre generaciones, el choque de mentalidades dentro de una misma familia", como ocurrió entre él y su padre.