Tel Aviv. Más de 500 empleados del sector de la alta tecnología, uno de los principales motores de la economía de Israel, protestaron el martes en Tel Aviv contra un polémico proyecto de reforma del sistema judicial que según ellos amenaza la democracia.
"Sin democracia no hay alta tecnología", rezaban las pancartas en la explanada de Sarona, cerca de uno de los distritos comerciales de la ciudad, donde un centenar de empresas convocaron una huelga de una hora entre las 11H00 y las 12H00.
Israel es un importante centro de innovación en alta tecnología y cuenta con un semillero de empresas en ciberdefensa, informática o sistemas de vigilancia.
El sector de la tecnología de punta es lo que es en Israel "porque nuestro país es un Estado democrático", declaró a AFP uno de los manifestantes, Itzhak Manheimer, un programador de 49 años para quien su actividad está "amenazada" por la reforma judicial.
Libi Chigirinsky, una empleada de 45 años de una empresa de desarrollo de juegos de video contó que hasta ahora era "fácil" para los empleados de este sector "quejarse y quedarse sentados, sin hacer nada", pero que llegó el momento de protestar "para que todo el mundo salga a la calle".
El sector emplea a más del 10 por ciento de la mano de obra y es el motor del crecimiento del país, donde el pleno empleo es la norma.
El ministro de Justicia, Yariv Levin, anunció este mes un proyecto de reforma del sistema judicial para aumentar el poder de los cargos electos sobre la judicatura.
Esta reforma incluye la llamada "cláusula de anulación", que permite al Parlamento anular las decisiones del Tribunal Supremo con el voto de una mayoría simple, y la modificación del proceso de nombramiento judicial.
Según sus críticos, la reforma, que debe presentarse al Parlamento en una fecha no especificada, pone en peligro el carácter democrático del Estado de Israel.
El sábado, decenas de miles de israelíes se manifestaron en Tel Aviv, Jerusalén y Haifa (norte de Israel) para expresar su rechazo a la política del gobierno del Primer Ministro Benjamin Netanyahu, que temen desemboque en una deriva antidemocrática.