Guadalajara, Jal. Alessandro Baricco (Turín, Italia, 1958) afirmó que la novela entró en “una zona de decadencia y declive” luego de gozar de cabal salud durante cientos de años, aguijoneada por las nuevas tecnologías de la información y la revolución digital que va mudando la narrativa hacia las series en plataformas de internet.
De visita en Jalisco invitado para impartir la conferencia Una charla sobre las novelas, dentro de las actividades para celebrar que Guadalajara es la Capital Mundial del Libro, el escritor italiano dijo que leer novelas “con seguridad es un acto que está poco a poco saliendo de los hábitos humanos”.
“Es necesario vivirlo con mucha calma, sin un exagerado sentido de luto, son flujos, son épocas. Pero aún así, la novela tiene años y años de vida en el futuro, no está a punto de morir”, dijo en rueda de prensa en la presidencia municipal de Guadalajara, primer acto público en sus tres días de actividades en la ciudad que incluyen presentaciones ante alumnos de la universidad Iteso y en el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas.
Agregó que la lectura se promueve con el ejemplo, con casas llenas de libros en las cuales los niños ven a sus padres leyendo en silencio, lo que los hace intuir que “hay algo especial”, pero que más allá de eso no se puede hacer mucho porque “leer novelas con seguridad es un gesto que está poco a poco saliendo de los hábitos humanos”.
Consideró que un ejemplo de lo anterior es la ausencia de “obras magníficas” en el género novelístico en los recientes treinta años, debido a que “hemos entrado en una zona de decadencia en la que se puede decir que la última gran obra maestra en la novela fue American Pastoral”, de Philip Roth.
“Las series de televisión eliminan muchos libros, muchos lectores, es un fenómeno ni feo ni bonito, solo pasa. Son ahora como las novelas del siglo 19, el nuevo género de narración más seguido por la gente”, agregó.
Pero esa misma revolución digital también ha visibilizado temas subyacentes en el imaginario colectivo, como el fascismo, que siempre han estado ahí por más que en los últimos decenios se haya pretendido esconderlos como quien guarda el polvo bajo el tapete.
“Hubo cierta regresión en busca de algo que diera seguridad y lo que encontraron fueron las viejas grandes seguridades: la nación, la patria, que parecían ideales muertos y aprovecharon que la revolución digital es para una mesa totalmente abierta, sin muros, sin límites justo para hacer todo lo contrario, encontrar seguridades en imponer límites”.
Dijo que aunque el fascismo o el nazismo son movimientos que “absolutamente radican en la panza”, en algunos países más o en otros menos pero son componentes que existen en las comunidades y que, por tanto, ya no se pueden esconder.
“Hoy puedes aceptar el reto digital y dejar que el fascismo vuelva a la superficie y enfrentarlo, hacer las cuentas con él, no olvidarlo, no soñar que no existe. Pongo el ejemplo de mi país, Italia, por muchos años no quisimos reconocer que buena parte de Italia había permanecido fascista pero con la revolución digital fue más difícil esconderlo, hoy volvió en una forma cambiada. Derrotar el fascismo debe ser mirándolo a los ojos, sin esconderlo debajo del tapete”.
El escritor se consideró afortunado de vivir el cambio tan profundo que ha significado el paso de la civilización de lo análogo a lo digital, porque se ha tenido que adaptar al nuevo paradigma, incluso a la idea de que la gente que ha vivido este paso tiene que entender ahora a quienes ya no piensan como antes porque les ha tocado vivir en un mundo nuevo.
Lo mismo ocurrió con la pandemia por Covid-19, que se manifiesta con “fenómenos muy raros” que ocurren en Europa, por ejemplo, que están adaptando la forma de vida y de consumir cultura.
“Muchos huyen de las ciudades, muchos se van de su trabajo y dejan de hacer su trabajo como antes, han cambiado de vida, suceden reacciones que son interesante entenderlas. Es muy pronto para escribirlo pero seguramente durante la pandemia ha cambiado el panorama un poco, el cine es más débil, en general creo que el espectáculo como la música, el teatro, han perdido mucho público”.
Baricco habló de otros temas como las adaptaciones de obras literarias al cine o a las series de televisión, pero se centró en la revolución digital que aunque por sí misma es un movimiento de libertad, también ha creado miedo y pavor, víctimas como las personas que perdieron su trabajo, si bien a la vez ha allegado a las nuevas generaciones mucha información con resultados “a veces de pérdida, de confusión”, algo que las generaciones más viejas no han podido asimilar porque el mundo tal como lo conocieron está en extinción.
Pero, al fin en Jalisco, el autor italiano habló también de Juan Rulfo, a quien leyó por vez primera ya de adulto, encontrando su literatura como algo único e inimitable, un autor por el cual aprendió español porque quiso leerlo en su lengua original.
“En español el sonido es muy diferente, es una orquesta más refinada, con más instrumentos, y la verdadera música de Rulfo la escuchas cuando lo lees en su idioma. Sus dos libros son muy fuertes y sobreviven a cualquier traducción, pierden algo de musicalidad pero siempre tienen una fuerza increíble”.