Mexicali, BC., “En cuanto empezó amenazarme lo denuncié con mi jefe de distrito de la zona centro, Luis Aragón, pero no me creyó y me dijo que no me preocupara pues no me iba a matar y se rió…”, narró Alina Narciso Teuaxtle, ex policía de Tijuana que en defensa propia asesinó a su agresor – su esposo y superior en jerarquía–, con el que vivió un año.
Por este caso, la diputada morenista Michel Sánchez propuso la iniciativa de ley Alina que busca reconocer la legítima defensa de violencia de género cuando una mujer repela a su agresor o una tercera persona la defienda.
En entrevista telefónica desde la penitenciaria de Tijuana, Narciso Teuaxtle se refirió a la audiencia inicial de su caso, calificado de homicidio agravado por el que el juez Daniel Aguilar la sentenció a 45 años de prisión.
La madrugada del 12 de diciembre de 2019, Luis Rodrigo Juárez Arellanes llegó a su casa tras consumir drogas y alcohol, desenfundó su arma de cargo y golpeó con la cacha a Alina, quien estaba acostada. Después intentó asfixiarla; ella tomó el arma de su marido y al tratar de defenderse le disparó y lo mató.
Familiares y activistas de defensa de derechos y libertades criticaron al juez Aguilar, del Poder Judicial de Baja California, porque en su sentencia omitió la legitima defensa propia y la perspectiva de género.
La ex oficial dijo que después de una golpiza y la primera amenaza de muerte, su jefe la “apoyó” con el cambio temporal de sección y a las dos semanas regresó a su área de trabajo y en el mismo turno.
Aunque sus compañeros tuvieron la intención de declarar a su favor, les dio miedo de que los sancionaran con un proceso por “no hacer nada”, o un acta administrativa.
Alina Narciso, originaria de Veracruz y de 45 años, aseguró que su esposo y ella fueron víctimas. Él por estar sujeto a un sistema policiaco con patrones patriarcales, machistas y bullying por el aspecto físico que lo hacían actuar con rudeza en todas las esferas de su vida. Ella, por las constantes agresiones físicas y sicológicas a las que fue sometida durante ocho meses por su pareja sentimental.
“¿Por qué me tratas como delincuente?”, le preguntaba a su compañero ante la violencia familiar, y después supo que la primera esposa de Juárez Arellanes sufría lo mismo.
El día de la agresión, expuso, “fue el miedo lo me hizo actuar, tomé su arma, hice un disparo para que parara, pero las agresiones seguían y él se mantenía en pie, quizá por el alcohol o las drogas. Después supe que hice cinco disparos”.
Durante las audiencias el juez la trató como si fuera el viejo sistema penal. Ahora se siente tranquila porque su expediente está en la quinta sala y confía en que la juzguen con perspectiva de género y acorde al nuevo sistema de justicia.
“Cuando terminó mi declaración, le manifesté que no me había levantado a asesinar a mi pareja y me contestó que ésa era sólo mi verdad y ya lo veremos”. Al llegar al penal la mujer contó que se sentía muy culpable porque no entendía su reacción y tras leer e ir a terapia entendió que fue el miedo lo que la hizo actuar.
La iniciativa también propone crear la excepción en el exceso de la legítima defensa por parte de las féminas o su defensor cuando se encuentren en estado de miedo, terror o confusión y se amplían las consideraciones para la emisión de órdenes de protección. Con esta ley, opinó Narciso Tehuaxtle, sería mucho más sencillo para las mujeres, y si la fiscalía fuera objetiva ni siquiera deberían llegar a la cárcel porque con esa norma quedarían absueltas al quedar justificada su legítima defensa.
Socorro Teuaxtle, madre de Alina, advirtió que el machismo impide que la mujer sea juzgada con perspectiva de género y se haga justicia porque, en este caso, fue legítima defensa y la sentenciaron a 45 años por ser mujer. “Las mujeres callan la violencia por miedo. Uno huye de su lugar de origen para dejar atrás la violencia, pero la viene encontrar aquí (en Tijuana)”, dijo en entrevista. Aseguró estar decepcionada “no de las leyes porque están bien escritas, pero sí de quienes las imparten pues no lo hacen como debe ser”.
“Para el juez no contó la violencia que sufría mi hija, aunque todo está documentado, y prefiero ir a visitar a mi hija a la cárcel que el panteón”, concluyó Socorro.