Son cuatro actores en escena, un pianista, un baúl y más de 25 canciones que dan forma a Los musicales de Brod-Güey, donde Hamlet, El fantasma de la ópera, Cats, Los miserables o José El Soñador son referencias imprescindibles para “desmitificar” el mundo del espectáculo.
Esta revista musical, creada y dirigida por Álvaro Cerviño, quien recurre a la parodia y a las canciones para narrar el difícil proceso de montar un musical, las audiciones, los premios teatrales, pasando por un sinfín de temas intermedios que van desde el futbol, las telenovelas e incluso los llamados Godínez.
Majo Bernal, Minah Cerviño, Manu Bermúdez y Jorge Mejía fueron los elegidos para recrear estas viñetas musicales. “Ellos dominan este género: bailan, cantan y actúan al mismo nivel de calidad”, dijo Álvaro Cerviño sobre el montaje que tiene temporada en el Teatro Enrique Lizalde, el cual desde 1995 ha tenido diversas temporadas o “recalentados”, como los llama el dramaturgo.
Cerviño detalló: “esta revista musical tiene más de 25 números, cada uno con un tema distinto; todos ellos son grandes éxitos de Broadway, pero con un concepto unificador que desemboca en el mundo del espectáculo, teatro, cine o la televisión, incluyendo a los espectadores, creativos y críticos; es decir todo ese ambiente resplandece, pero presentado de tal manera, que el público encuentre similitudes entre el mundo de la farándula y el que ellos viven, ya sea en un hospital, una corporación policiaca o una aerolínea”.
El musical “es una forma de desmitificar el mundo del espectáculo, tan lleno de un falso y superficial glamur, para mostrarnos tal como somos y así el público se ría e identifique: ya sea como verdugo, víctima o victimario. Además todos los números están en un tono de comedia, usando la parodia como herramienta, pero no como medio para insultar o denostar, sino para resaltar de una manera cómica las virtudes y defectos que nos unen y separan”.
El director puntualizó: “Los cuatro actores nunca salen de escena; no hay máscaras, tampoco insultos, no usamos la grosería ni palabra altisonante para buscar la risa fácil. Esta revista musical tiene mucha información, incluso propicia que el público regrese a verla de nuevo”.
Agregó: “se representa a manera de comedia del arte; con una o dos piezas de utilería y lo demás lo recrean los actores con el texto; es un reto para ellos, pues son más de 25 números musicales y veintitantos personajes, con diferente corporalidad, oralidad y registro vocal”.
Incluso “en el escenario hay seis percheros, el piso está lleno de objetos y, poco a poco como transcurre la obra, los artistas usan todo y lo van depositando en el baúl, de tal manera, que al final del show no queda nada. Es una especie de juego, además que la utilería y vestuario están meticulosamente colocados para que –prácticamente– volteen a ciegas y encuentren la pieza que se busca”.
Todo esta creatividad, sostuvo Cerviño, “es lo que significa para mí el teatro; pues es más que llenar un escenario con producciones fastuosas, brillantes o plumas: es el actor y el texto para volver a la raíz de este arte”.
Esta revista musical, dijo el director, empezó en 1995. “La primera temporada la produjeron los Fábregas (Fela y Manolo), incluidas otras tres más, pero cada año se actualizaban los números musicales, de acuerdo a su vigencia e interés. Entonces, de la primera versión a la actual no queda nada, sólo el concepto que he conservado”.
Los musicales de Brod-Güey, en su nueva temporada, se presenta hasta a finales de febrero con funciones los martes 20:30 horas en el Teatro Enrique Lizalde, ubicado en la calle de Héroes del 47 #122, colonia San Mateo, en la alcaldía Coyoacán.