La crianza y venta de borregos que durante cuatro generaciones fue sólo para el autoconsumo de la familia Olivos, originaria del barrio de Santa Cruz Villa Milpa Alta, ahora busca formalizar y expandir la comercialización de la piel y carne para barbacoa en distintos restaurantes y tianguis de la capital, y llegar a los estados de México y Morelos.
Víctor Hugo Olivos Aranda, junto con sus hermanas Aidé y Paola, su madre Lilia y uno de sus cuñados constituyó el año pasado la cooperativa Granja Ferchos, por lo que recibió el primer apoyo económico de la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo (STFE) por un monto de 78 mil pesos.
Con la cooperativa “ya podemos facturar, porque no hemos pasado de ser un changarro; ahora tenemos la oportunidad de ser una empresa formal, eso es lo que más nos interesa: poder formalizar y que nuestro nombre tenga prestigio, sea conocido en otros lugares y vender en restaurantes reconocidos”.
En el predio habilitado como granja, donde tiene 55 borregos de las razas dorper, hampshire y katahdin en distintos corrales construidos de manera artesanal, recordó que su bisabuelo y su abuelo sacaban a pastar al campo a los ejemplares que tenían en la casa, pero que con el tiempo los pobladores han dejado la actividad para dedicarse al comercio o al cuidado de las nopaleras.
Víctor Hugo, de 47 años, narró que en el barrio “anteriormente todos criábamos animales, el que no tenía gallinas, tenía conejos o borregos, pero han ido cambiando los tiempos y ha llegado mucha carne procesada a la capital, por eso la gente prefirió ya no tener animales; además, muchas personas estudiaron, tienen una carrera y trabajan y otros se dedican al comercio”.
A diferencia de su bisabuelo y abuelo mencionó que en la actualidad “ya no se puede sacar a los borregos al campo y dejarlos, porque se los roban; además, ya no hay –como antes– dónde puedan pastar, porque hay construcciones en los terrenos o son nopaleras”.
Con optimismo, aseguró que “para dedicarse a la crianza y venta de borregos) a uno le debe gustar, porque el cuidado de los borregos no respeta horarios ni días, es todo el año, los 365 días. Los animalitos no conocen de Navidad, de cumpleaños ni de nada, aquí hay que estar diario, y a veces hasta día y noche”.
Relató que “en un día normal” la actividad empieza antes de las siete de la mañana para alimentar, revisar y, en su caso, vacunar o desparasitar; sin embargo, en ocasiones se ha quedado en la madrugada para auxiliar a algún animal por enfermedad o porque se espera algún nacimiento.
“Me he quedado para ayudar a que nazcan las crías por si vienen volteados, o sea, que no vengan de cabeza, sino de patas, para cargarlos y arrullarlos, no porque con el arrullo se vayan a componer, pero sí para que se sientan mejor, porque a veces les da calentura y eso es también darle buena vida al animal, para que cuando sea su destino final la carne esté buena”.
Con la entrega del primer apoyo económico de la STFE logró completar para la compra de una revolvedora, con la que prepara las mezclas del alimento para los borregos, lo que le permite ahorrar hasta 4 mil pesos mensuales, al erogar 7 mil y no 11 mil pesos a inicios del año pasado.
Con la asesoría de un ingeniero agrónomo prepara el alimento a base de cebada, maíz, sorgo y avena, con proteína balanceada, que no obtenía con la compra de los 25 bultos para un mes, equivalentes a una tonelada, cada uno con costo de por lo menos 500 pesos.
Mencionó que con la cooperativa formalizará también la venta de barbacoa en restaurantes de la capital y otras entidades, por lo que ampliará los puntos de venta, al señalar que ofrece barbacoa en un tianguis ubicado en la avenida Acoxpa, en la alcaldía Tlalpan.
En espera de que este año le otorguen el segundo apoyo, planea construir cuatro corrales elevados profesionales donde pueda tener 20 borregos en cada uno, es decir, que sea autosuficiente y ya no tenga que comprar borregos para engorda en Morelos.