Antes del arribo del invitado de honor, el canciller Marcelo Ebrard, los ponentes, directivos de instituciones bancarias, hablan a un auditorio donde dominan los hombres de mediana edad.
Emilio Romano, director de Bank of America en México, y Daniel Becker, presidente de la Asociación de Banqueros de México, bromean: ¿comprar dólares o no? Risas en todo el auditorio. La respuesta no se atreve a elogiar al gobierno obradorista: el peso está fuerte por muchas razones.
En respuesta a una pregunta del público, Becker presume recorridos por todo el país y dice haber encontrado una “dicotomía, un poco de esquizofrenia”. Se refiere, claro, a los temores empresariales sobre la 4T. Y aun con algo de esquizofrenia, dice el líder de los banqueros, “a los empresarios que sobrevivieron la pandemia les ha ido razonablemente bien”. Añade: “La parte macro se ha manejado bien”.
¿Entonces? Hay que seguir, asegura, “fortaleciendo todo el andamiaje institucional… (De lo contrario), este crecimiento económico puede derivar en problemas de otra índole”.
¿Les va bien y aun así rechazan al gobierno actual (en su mayoría, según ilustran las encuestas)? “Las oportunidades se dan cuando la gente está asustada”, dice Becker.
Romano cierra el panel que espera a Ebrard, que ya está un piso abajo, en reunión cerrada con una decena de sus anfitriones: “Los empresarios que apuesten por México van a ser empresarios ganadores”.
¿Riesgos? “Por supuesto que tenemos que ver cómo se resuelven algunos temas, como la reforma eléctrica”, saca Becker el peine.
Sigue una presentación llena de elogios, primero de una maestra de ceremonias y luego de Carlos Kamkhaji, fundador de la Serfimex capital, financiera especializada en “arrendamiento puro”. “Mi gran amigo”, presenta al canciller en medio de aplausos.
Ebrard se planta en medio del escenario, camina de un lado a otro y se saca los lentes mientras hace una exposición en tono coloquial.
Entre sus puntos: que la idea de Norteamérica, que hace cuatro años se consideraba demodé ha vuelto al escenario tras la pandemia. “Cada región del mundo está viendo cómo garantiza su seguridad energética, su seguridad alimentaria”.
Sigue: tenemos una moneda fuerte, frontera con EU y un promedio de edad de 29 años. Sobre todo, “la realidad objetiva es que tenemos estabilidad política”.
Ha dado apenas unos cuantos datos, pero asegura que cualquier persona que quiera gobernar debe manejarlos, si no, “a lo mejor no sabe dónde va”.
Siguen preguntas y respuestas.
–Usted es una de las personas más preparadas y con mayor experiencia del país. ¿Cuál es su sueño?
–Quisiera ver un México de clase media principalmente.
Agrega: crecimiento de 4 por ciento; dice que es la primera vez, en este siglo, que tenemos la posibilidad de alcanzar esas metas.
–Cambio climático, ¿realidad o ficción? (De verdad eso preguntaron los empresarios.)
–Realidad.
Ebrard cierra con frases que llaman a la concordia y la escucha. Casi en tono de libro de autoayuda plantea que todos los días debemos preguntarnos “¿Qué puedo hacer por mi país?… algo positivo”.
Más aplausos y el acto concluye. En los cajeros del centro de exposiciones de Santa Fe se hacen largas filas para pagar el estacionamiento. Afuera, casi a las Nieves de la noche, hay un tráfico de los mil demonios.
Un vigilante cuenta que detrás del brillo hay muchos problemas de agua y drenaje. Cuando fue jefe de Gobierno, el canciller llamaba a Santa Fe “una historia de éxito”.