De nueva cuenta atacan los videntes financieros –nacionales y foráneos– y en su destartalada bola de cristal dicen ver un futuro económico inmediato poco grato, por lo que repiten como pericos que “lo conducente” para “salvar al mundo” es aprobar más “reformas” de corte neoliberal; es decir, seguir la senda que llevó al planeta a la precaria situación en la que se encuentra. No es novedad, desde luego, porque es un libreto que, sin cambiar una palabra, reiteran periódicamente.
El balance real de tan insistente cuan recurrente proclama es resumido, también periódicamente, por la organización internacional Oxfam, la cual divulga su informe sobre desigualdad en el contexto de los trabajos del Foro Económico Mundial, en Davos: “el mundo vive por primera vez en un cuarto de siglo el alza simultánea de la riqueza y la pobreza extremas, al grado de que uno por ciento de la población más acaudalada ha acaparado casi dos terceras partes de la riqueza generada en los años que lleva la pandemia de covid-19, mientras más de 820 millones de personas, casi una de cada 10 en el planeta, pasan hambre. La acelerada desigualdad es tal, que la fortuna de los multimillonarios aumenta 2 mil 700 millones de dólares cada día, mientras los salarios de al menos mil 700 millones de trabajadores crecen por debajo de la inflación” ( La Jornada, Dora Villanueva).
Año tras año se constata que el único “logro” de “más reformas” y “mantener el rumbo” es el alza sostenida de las megafortunas de unos cuantos y el brutal aumento de la miseria de miles de millones de personas. Es tal la magnitud de los beneficios obtenidos por los más ricos del planeta en la pandemia que “con sus ganancias de cuatro días bastaría para suprimir la pobreza extrema en México durante un año y con las de 42 días se eliminaría la pobreza general” ( ídem).
Algo más: “como ejemplo de esos benefi-cios, 95 grandes empresas de energía y de ali-mentación han más que duplicado sus ganancias en 2022, llegando a 306 mil millones de dó-lares y destinando 257 mil millones (84 por ciento) a remunerar a sus accionistas. Esta alzaextraordinaria en la riqueza de las élites econó-micas se debe a décadas de recortes de impues-tos y beneficios exclusivos para los más ricos”, es decir, uno por ciento de la población mundial.
Para el caso de América Latina y el Caribe, Oxfam revela que “la riqueza de sus multimillonarios subió 21 por ciento, cinco veces más rápido que el producto interno bruto de la región, que lo hizo en 3.9 por ciento, mientras 12 millones de personas cayeron en pobreza extrema debido a la crisis que desató la pandemia, al tiempo que 30 millonarios incrementaron tanto sus fortunas que se convirtieron en superricos. Nuestra respuesta a la pandemia creó 400 mil personas en extrema pobreza por cada nuevo superrico. Por encima de todos se encuentra Carlos Slim, el hombre más acaudalado de México, de América Latina y uno de los 10 más ricos del mundo. La riqueza de Slim ha crecido 42 por ciento (25 mil 500 millones de dólares) desde el inicio de la pandemia, 787 millones al mes, o 26 millones por día, en un país con 8.5 por ciento de su población en pobreza extrema. Incluso con y sin pandemia, su fortuna se ha multiplicado por 5 en los pasados 22 años”.
Ese es el resultado concreto de décadas de “reformas” y de transitar por la senda neoliberal, pero, como es obvio, los videntes y sus destartaladas bolas de cristal no lo registran, y si lo hicieran de todas maneras nada les importaría. “El mundo atraviesa una época sin precedente marcada por la acumulación de múltiples crisis. El número de personas que enfrenta hambre ha aumentado en varias decenas de millones. Cientos de millones más enfrentan las alzas imposibles en el precio de los productos básicos y de la energía para calentar sus hogares; la pobreza aumentó por primera vez en 25 años. Sin embargo, pocos han logrado sacar un inmenso provecho de estas crisis. Los ultrarricos han visto multiplicarse sus riquezas, y los beneficios empresariales han alcanzado niveles récord, haciendo que la desigualdad se dispare”, advierte Oxfam, pero los que dicen predecir el futuro voltean para otro lado.
Las rebanadas del pastel
A Genaro García Luna le dan a elegir una de las dos sopas que hay: cadena perpetua para proteger a sus socios (ahí te hablan Borolas) o sumarse al Programa de Protección de Testigos para reducir la condena, o lo que es lo mismo encender el ventilador ( ídem). ¿Cuál?