En periodos inflacionarios es muy fácil perder los ahorros de toda la vida. Aunque uno mantenga la misma cantidad de dinero, su valor baja continuamente por efecto del incremento de los precios de todo tipo de bienes y servicios.
Existen muchas formas de ahorrar, desde guardar el dinero debajo de un colchón, hasta invertir en instrumentos sofisticados. Hay formas populares de ahorro como las tandas, el cochinito, la adquisición de bienes de consumo duradero, las cuentas bancarias, las tarjetas de débito o de crédito, la entrega del dinero a un familiar de confianza para evitar gastarlo en chucherías y decenas de variables más.
Por desgracia, estas formas tradicionales para guardar el dinero no son las mejores para proteger el poder adquisitivo. Cualquier dinero que no está activo lo único que deja son pérdidas, porque cada vez vale menos.
Por desconfianza o por desconocimiento, muchas personas prefieren tener el dinero en su casa, pero además del riesgo que corre por posibles robos, es un ahorro mal entendido. Este fenómeno se presenta con mayor frecuencia en los sectores de bajos recursos, en aquellos que no están “bancarizados” o que no tienen una cuenta en alguna institución financiera.
Hay que señalar que cada vez son más las personas que tienen cuentas bancarias, tanto por su participación en los fondos de ahorro para el retiro o por medio de la Tarjeta del Bienestar (sobre todo adultos mayores) en donde el gobierno deposita cada bimestre una pequeña cantidad de dinero.
Por desgracia, hay muchos esquemas ligados al sistema financiero que no dejan interés alguno. Destacan las tarjetas de crédito, las de débito, como la del Bienestar, las vinculadas al pago de salarios, algunas cuentas de cheques y muchos recursos que se encuentran “a la vista”; es decir, de retiro inmediato.
Muchas personas quieren tener el dinero disponible en todo momento para cualquier emergencia, pero en ese tipo de cuentas pierden parte de su poder de compra.
Para mantener el poder adquisitivo es necesario invertir los recursos en cuentas o instrumentos que dejen intereses que, cuando menos, compensen la inflación. Sólo de esta manera se evita la sangría del ahorro que con tanto esfuerzo guardamos los mexicanos.
Por desgracia, la mayoría de la gente no utiliza al sistema financiero en forma adecuada.