Allá por noviembre de 2010, el entonces inquilino de Los Pinos, el tal Borolas, anunciaba “una nue-va generación de reformas que garanticen la viabilidad” del IMSS, y su director, Daniel Karam, le hizo segunda: “la solución definitiva debe provenir de reformas de mayor alcance, en un contexto de apertura, pluralidad, responsabilidad y disposición al diálogo constructivo”. En pocas palabras, según su precario entender, era “necesario” meter el acelerador a fondo para privatizar lo que faltaba en ese organismo, a fin de dejar sólo su cascarón (algo similar a lo que intentaron con Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electrici-dad) para dar la imagen de que el gobierno “cumplía” sus obligaciones de seguridad social.
Tales “reformas, en un contexto de apertura” (Karam lo calificó como “transformación integral”) sólo ampliaron y fortalecieron los de por sí suculentos negocios privados, a costillas de las finanzas del IMSS, para familiares, amigos, políticos y empresarios afines al régimen; es decir, la descarada intención de “más reformas” no era otra que profundizar el tradicional saqueo que del instituto practicaba el gobierno en turno y socios que lo acompañaban. Y Calderón, cínicamente, hizo tal anuncio todavía fresca, muy fresca (de hecho no se olvida), la tragedia en la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, en la que el negocio era manejado –gracias a la subrogación– por los impunes familiares de su esposa, Margarita Zavala, en su creencia de que los niños también son mercancía.
Pero Borolas sólo aceleró lo que en su momento documentó la Auditoría Superior de la Federación sobre “reformas” anteriores, es decir, la abundante participación directa de funcionarios y políticos en general –siempre al servicio de algún barón– en jugosos negocios privados a costillas del IMSS, o lo que es lo mismo la subrogación a granel en beneficio de los amigos del régimen.
Por ejemplo, cita el organismo dependiente de la Cámara de Diputados, que en su mayoría la subrogación de guarderías se hizo por adjudicación directa y de 1998 a 2002, mientras las propias del instituto reportaron un decremento de 7.3 por ciento, las entregadas a privados subieron 175.4 por ciento, aun cuando este esquema carece de sustento legal, sin dejar a un lado que en 39 por ciento de esos centros concesionados a particulares los resultados fue-ron inferiores al parámetro establecido por el propio Seguro Social. Eso sí, cobraban al 100 por ciento (lo mismo en el caso de las empresas encargadas de construir gasoductos –que no han concluido–, las 17 termoeléctricas –inexistentes–, las cárceles privadas y muchísimo más).
Con Borolas en Los Pinos, la “solución definitiva” (Karam dixit) se tradujo en que apenas 9 por ciento (141 unidades) de las mil 565 guarderías del IMSS que había en aquel entonces eran administradas directamente por el propio instituto; el resto, subrogadas a familiares y ami-gos del régimen. Una barbaridad, que en Los Pinos catalogaron de “transformación integral en un contexto de apertura”. Y ella fue tan grande que una diseñadora de interiores, Carla Rochín –amiguísima de Margarita Zavala– era la coordinadora nacional del sistema de guarderías del IMSS. De ese tamaño.
Sirva lo anterior para contextualizar el alcance de lo publicado ayer por La Jornada (Ángeles Cruz): “en esta administración se frenó la privatización silenciosa que durante años se llevó a cabo en el IMSS. Con el pretexto de que la atención médica era de mala calidad y costosa, los gobiernos anteriores redujeron la inversión en infraestructura y la cobertura de plazas; en cambio, aumentaron los contratos con particulares para la prestación de los servicios. Encontramos que las empresas imponían sus condiciones; lo que ofrecían era caro y deficiente. Había espacio para la corrupción”, afirma el director del organismo, Zoé Robledo. “Ese era el camino clásico de tener derechohabientes insatisfechos para que en el momento que se propusiera la participación total de la iniciativa privada en clínicas y hospitales, todos estuvieran de acuerdo. Así pasó en Teléfonos de México, Ferrocarriles Nacionales y otros organismos, que pasaron a manos de particulares”.
Las rebanadas del pastel
Y si de Borolas se trata, hoy arranca el juicio contra su partner Genaro García Luna, quien parece dispuesto a encender el ventilador. Desde Madrid, Calderón podrá dar seguimiento a este asunto gracias a la visa que le consiguió su amigo y también hampón José María Aznar.