El piso parejo no se construye haciendo baches. Así se podía resumir el muy fallido acto realizado en la Secretaría de Gobernación el fin de semana pasado, en el que se buscó un acuerdo para brindar igualdad de condiciones a los aspirantes de Morena a la Presidencia de la República.
Y nos referimos a la reunión como un acto fallido porque dejar fuera a Marcelo Ebrard concitó un acuerdo favorable a Claudia Sheinbaum o hacia Adán Augusto López, se quiera o no, y eso no es producto de la casualidad, aunque sí de la causalidad.
Es decir: nadie podía imaginar que por un descuido el nombre del canciller quedara fuera o que el organizador, al parecer Mario Delgado, no hubiera supuesto que un acto de ese tipo, con recomendaciones por delante y publicidad profusa, supusiera un trato de igualdad entre los muy abiertos competidores.
En pocas palabras: sabían a la perfección lo que se estaba haciendo y tal vez lo que iban a provocar: la inconformidad y molestia de Ebrard, quien también sabe de perversidades, y mucho.
El mejor pretexto exhibido por Delgado y los morenistas es que el evento era parte de una reunión de gobernadores del partido y que, por ello, el secretario de Relaciones Exteriores no fue invitado. Así, de pronto, parece una razón válida, que luego cae por su propio peso.
Y es que si el objetivo era ese, el de establecer reglas claras para la competencia, lo de menos era haber enterado a Ebrard y, desde luego, haberle enviado la carta que lo aludía. Bueno hubiera sido un gesto que impidiera interpretaciones que lo único que han logrado es advertir que en Morena no habrá piso parejo.
Además, como la reunión fue a puerta cerrada, cada quien puede suponer lo que se quiera en torno a la carta y a las intenciones que se tejieron detrás de la misiva. ¿Qué más se discutió, qué otros acuerdos se cocinaron?
Lo que se pretendía, hay que reconocerlo, se logró. La portada de casi todos los diarios mostraban la foto de la jefa de Gobierno, los gobernadores, el secretario de Gobernación y Mario Delgado, y como en los tiempos del más avieso priísmo, sólo se ventilaba aquello que resultaba provocador.
Tal vez eso se pretende, que el canciller monte en cólera y renuncie y rompa con todo, incluyendo el partido, pero nos parece que eso está lejos de suceder, aunque de todas formas la protesta de Ebrard ante las instancias que corresponden, seguramente se efectuará.
Y no, no se trata de la defensa del secretario, se trata de impedir que las malas experiencias pasadas inunden la posibilidad de que Morena se convierta en una opción política destinada a una muerte vergonzosa, como pasa con otros partidos.
La trifulca está en todo su apogeo, los golpes van y vienen, los ataques desde el dron, sin dar la cara, se multiplican, todo al margen de la contienda que, aunque usted no lo crea, aún no empieza.
De pasadita
Dentro de muy poco habrá nuevos ajustes en el gabinete de la Presidencia de la República. En los pasillos de Palacio Nacional no se deja de hablar de que algunos ajustes son necesarios, pero también de que los tiempos políticos impondrán ausencias.
Una larga fila de personajes que se pretenden con facultades suficientes como para convertirse en representantes populares seguramente dejarán sus puestos para lanzarse a la aventura, otros serán atraídos por el abismo político y buscarán acomodos. La ambición, entonces, romperá muchos sacos, y ello obligará a recomponer las filas de la burocracia, pero, además, la evaluación del trabajo de una buena cantidad de ambiciones se topará con una calificación de reprobados, y eso ya se tiene en cuenta. Ya veremos.