La buena: que las exportaciones de bienes de América Latina y el Caribe aumentaron 20 por ciento a lo largo del año pasado; la mala: que crecieron menos que en 2021, y la peor es que el panorama no es muy grato para 2023 que apenas inicia. Para el caso mexicano, los envíos al exterior avanzaron 16 por ciento, mientras las importaciones lo hicieron 21 por ciento, según la Cepal. El organismo especializado de Naciones Unidas difundió su estudio Perspectivas del comercio internacional de América Latina y el Caribe 2022, del que se toman los siguientes pasajes. Va, pues.
Para 2022, la Cepal proyecta un crecimiento de 20 por ciento del valor de las exportaciones regionales de bienes, impulsado por un alza de 14 por ciento de los precios y una expansión de 6 por ciento del volumen exportado. En el caso de las importaciones, se proyecta un alza de su valor de 24 por ciento. El grueso del aumento proyectado del valor de las importaciones regionales obedecería al componente de precios.
Las exportaciones regionales de bienes tendrán en 2022 su segundo año de crecimiento a tasas de dos dígitos, pero, al igual que en 2021, factores exógenos impulsarán la expansión de los envíos, no la capacidad de aumentar el volumen exportado ni de diversificar la oferta exportadora regional hacia nuevos sectores dinámicos e intensivos en conocimiento. Por segundo año consecutivo las importaciones regionales de bienes crecerán más que las exportaciones, situación poco deseable en un contexto de encarecimiento del financiamiento externo. En el ámbito del comercio de servicios, la dependencia regional del turismo supera largamente el promedio mundial, por lo que la lenta recuperación de este sector aún condiciona negativamente las perspectivas de varias economías, en especial del Caribe.
Al igual que en 2021, en 2022 el comercio intrarregional creció más que las exportaciones totales de la región. No obstante, esta recuperación no alcanza a compensar los efectos de una tendencia declinante iniciada a mediados de la década de 2010, que se profundizó en 2020 a consecuencia de la pandemia. El debilitamiento del comercio intrarregional en los últimos años dificulta avanzar hacia una recuperación inclusiva y transformadora. En junio de 2022, el valor de las exportaciones y las importaciones regionales aún se expandía a tasas interanuales relativamente altas, pero esa expansión se debió, principalmente, al aumento de los precios del petróleo y otras materias primas. Los volúmenes comerciados han crecido en mucho menor medida, en concordancia con la desaceleración de la actividad económica en la propia región y el resto del mundo.
El conflicto entre Rusia y Ucrania y la desaceleración de la economía mundial tendrán un efecto negativo en los términos de intercambio de la región. Se proyecta que éstos caigan en 2022, como resultado de un alza de los precios de sus exportaciones de bienes. En términos de monto, el efecto adverso proyectado sobre los términos de intercambio de la región es de poco más de 60 mil millones de dólares. De los 33 países que integran América Latina y el Caribe, 25 sufrirían un choque negativo en sus términos de intercambio durante 2022; las excepciones serían principalmente países exportadores netos de hidrocarburos, México entre ellos.
En el plano internacional, las proyecciones iniciales para el comercio mundial de bienes en 2022 apuntaban a una expansión de su volumen de 4.7 por ciento. Sin embargo, el inicio del conflicto entre la Federación de Rusia y Ucrania agudizó las presiones inflacionarias que ya se observaban desde 2021, lo que condujo a un endurecimiento de las políticas monetarias tanto en las economías avanzadas como en varias en desarrollo. En este contexto, las perspectivas de crecimiento mundial han sido ajustadas continuamente a la baja. La marcada desaceleración de la economía mundial indica que la expansión del comercio perderá dinamismo.
Las rebanadas del pastel
La derecha peruana creyó que era fácil deponer y encarcelar al presidente Pedro Castillo, para, ilegalmente, “tomar las riendas” de esa nación. Un mes después, las protestas van en aumento, al igual que el número de muertos (alrededor de 50, hasta ahora), que exigen la renuncia de Dina Boluarte, la disolución del Congreso y la liberación del mandatario defenestrado. Y las “buenas conciencias” promotoras del golpe, calladitas.