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Opinión

2023-01-15 10:33

Compromisos con la industria nuclear / Antonio Gershenson

Una investigadora realiza un estudio científico en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).
Una investigadora realiza un estudio científico en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). Foto Yazmín Ortega Cortés / Archivo

Ciudad de México. ¿Por qué creemos en la Cuarta Transformación (4T)? En lo personal, coincido con la opinión de mis amigos y compañeros del gremio de la ciencia física, tenemos responsabilidades ineludibles: cambiar la realidad, transformarla para mejorar y avanzar para subsistir y sobrevivir. Como hemos mencionado anteriormente, entre los 100 compromisos del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el Presidente planteó que se promovería la investigación científica y tecnológica; se apoyaría a estudiantes y académicos con becas, y se buscarían otros estímulos para promover la investigación científica y tecnológica para obtener nuevos conocimientos.

Para ello, se revisarían los tratados, convenios o acuerdos que se hayan firmado con gobiernos extranjeros o empresas privadas nacionales; uno de esos compromisos revisados fue el más desventajoso y humillante para México. Situación que, al parecer, no le importó al presidente Álvaro Obregón. El 13 de agosto de 1923, un año antes de terminar su mandato, se firmó el Tratado de Bucareli entre Estados Unidos y México.

Fueron los primeros pasos de una marginación económica que, por más de 90 años, dejó a la industria energética nacional fuera de la posibilidad de intercambio tecnológico mundial. Petróleos Mexicanos (Pemex) dependió del equipo de perforación, extracción y del necesario para la refinación del crudo nacional.

Los resultados económicos son de todos conocidos: desigualdad social, subdesarrollo de la industria agrícola y limitaciones para la investigación científica en diversas áreas, entre otras, la nuclear.

El tratado prohibió a México, nada más ni nada menos, la fabricación de la maquinaria necesaria para la industria nacional. El compromiso obligaba a los gobiernos subsecuentes, a comprar a Estados Unidos todo el equipamiento, accesorios y otros elementos.

Es en este momento histórico, cuando el gobierno posrevolucionario y los subsecuentes aceptaron décadas de sometimiento industrial y pérdida de la soberanía nacional.

En la actualidad, existen otros acuerdos que, aunque menos desventajosos, todavía no satisfacen ni a la comunidad científica en su totalidad ni a la población. Pero al menos se busca un equilibrio comercial y un obligado desarrollo industrial, aprovechando la suspensión del Tratado de Bucareli.

Nos referimos al Tratado entre Estados Unidos de América, Estados Unidos Mexicanos y Canadá (Usmca, por sus siglas en inglés), que entró en vigor durante el segundo año del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. La firma se llevó a cabo el 1º de julio de 2020, nombrándole Ley de Implementación de Usmca, HR 5430; Ley Pública 116-113. Es importante señalar que este acuerdo remplaza el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, cuya vigencia fue de enero de 1994 a junio de 2020.

A lo largo de la vigencia de los acuerdos y tratados anteriores no notamos avances considerables, al contrario, lo que vimos fue un regreso al espíritu del Tratado de Bucareli. Aunque la investigación científica en el país ha avanzado, pese a los pingües recursos recibidos. Padecimos cinco sexenios de atraso, en los cuales podemos observar el mejoramiento en la redacción de los discursos neoliberales, tratando de engañar a la comunidad científica y a la población. Los jefes del Ejecutivo anteriores no cumplieron. Durante esos oscuros 30 años de retrocesos sociales, de una economía privatizada y de un desprecio por la ciencia mexicana, el financiamiento para la actividad científica y académica parecía un lujo y no el reflejo de una política pública de una nación con recursos naturales suficientes, para explotarlos con mesura y conciencia social.

Con la reorganización del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología, se descubrieron las fugas y desvíos de recursos que limitaron significativamente a estudiantes y profesionales de las áreas mencionadas.

En cuanto al mejoramiento ambiental, compromiso ineludible para cualquiera de las áreas productivas, seguimos en espera de ese apoyo sustancial que nos permita avanzar, sobre todo, en la industria nuclear.

Aprovechamos el espacio para reconocer el esfuerzo de compañeros profesionales del área físico-nuclear: Gastón González Sepúlveda y Manuel García Barajas, quienes gestionan ante el gobierno de la 4-T para que continúe el apoyo que requiere la industria en este rubro, como parte de las políticas públicas efectivas de este gobierno de la transición.

@AntonioGershens

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