Washington. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recibió ayer en la Casa Blanca al primer ministro de Japón, Fumio Kishida, con un mensaje de “firme apoyo” a la nueva y reforzada política militar anunciada a finales del año pasado por el gobierno nipón, concebida para contrarrestar la expansión de la influencia de China.
En respuesta, el vocero de la cancillería china, Wang Wenbin, instó a los gobiernos de ambos países a que abandonen la mentalidad de guerra fría y los prejuicios ideológicos, dejen de crear enemigos imaginarios y detengan el intento de minar la estabilidad en la región Asia-Pacífico.
Al recibir a Kishida en la Oficina Oval, Biden saludó el anuncio hecho en diciembre por el gobierno japonés de que duplicará su gasto en defensa en los siguientes cinco años y desarrollará nuevas capacidades. “Permítanme ser muy claro: Estados Unidos está total, entera y completamente comprometido con esta alianza y aún más importante, con la defensa de Japón”, expresó.
El mes pasado, Tokio modificó su estrategia de defensa con la promesa de incrementar el gasto hasta en 2 por ciento de su PIB para 2027, así como mayores capacidades de fuerza frente a las posturas militares de Corea del Norte y de China, con lo que cada vez se aleja de su postura pacifista desde su derrota en la Segunda Guerra Mundial.
“Japón y Estados Unidos enfrentan en la actualidad el contexto más desafiante y complejo en materia de seguridad en su historia reciente”, dijo Kishida a Biden durante la reunión. Desde Pekín, el vocero Wang Wenbin señaló que “Estados Unidos y Japón dicen defender el orden internacional basado en reglas, pero lo que hacen es pisotear el derecho internacional y las normas básicas que rigen las relaciones internacionales e interferir flagrantemente en los asuntos internos de otros países”, informó la agencia noticiosa Xinhua.
Lo que han hecho representa un verdadero desafío para la paz, la seguridad y la estabilidad regionales, añadió, y aseguró que la región Asia-Pacífico es un ancla para la paz y el desarrollo, no un campo de lucha para la competencia geopolítica.