Se sabe que Joe Biden y Justin Trudeau llegaron a la “cumbre” con un solo objetivo: garantizar impunidad a sus respectivas trasnacionales que operan en México. Del primero pues no hay duda a qué se dedica (además de la “asistencia” que, por medio de sus bases militares, “brinda” a la comunidad de naciones), pero el segundo, ¿en serio pretende defender a empresas de aquella nación que violan la ley mexicana y, a la par, a sus depredadores corporativos mineros que de nuestro país han hecho su paraíso? ¿“Líderes”? No: meros cabilderos del gran capital.
Un botón de muestra: de acuerdo con la Dirección General de Desarrollo Minero de la Secretaría de Economía (citada por la Cámara Minera de México), en 2021 se identificaron 159 empresas con capital extranjero que operan en México, de las cuales 73 por ciento correspondieron a capital canadiense (el resto se reparte entre corporativos de Estados unidos, Australia, Japón, Corea del Sur, Reino Unido, China, India, España y Francia, entre otros países).
La propia Cámara Minera documenta: en 2021, cinco empresas más importantes a escala nacional contribuyeron con 57 por ciento de la producción de oro mexicano; tres canadienses (Torex Gold, Agnico Eagle Mines y Equinox Gold), una estadunidense (Newmont Goldcorp, esta última de origen canadiense) y otra mexicana (Fresnillo plc, de la familia Bailleres, de cuyo consejo de administración forma parte la ex secretaria calderonista de Energía, Georgina Kessel). Casi 60 por ciento del oro nacional en manos de esa quinteta.
Semanas atrás, Raquel Buenrostro, secretaria de Economía y ex titular del Servicio de Administración Tributaria (SAT), advirtió que las empresas mineras que operan en México “sólo pagan de impuestos al gobierno federal 0.002 por ciento de sus ingresos”, monto “insignificante si se toma en cuenta que los grandes contribuyentes aportan al fisco 2.4 por ciento de sus ingresos, mientras las personas físicas, por medio del impuesto sobre la renta, desembolsan hasta 35 por ciento… Las minas no son unas blancas palomitas, tienen problemas en todo el mundo. Después de los hidrocarburos, el contrabando más fuerte es el de minería”.
De acuerdo con la funcionaria, “fiscalmente no hay sector más beneficiado que el minero, pues los ingresos que consiguen respecto de los impuestos que pagan son muy superiores” ( La Jornada). No pocas mineras canadienses se niegan a pagar impuestos, cuentan con miles de concesiones (por las que cubren, si lo hacen, una cantidad ridícula), son depredadoras y pagan ínfimos salarios. De hecho, una de ellas “argumenta discriminación, cuando en realidad se niega a pagar los impuestos de toda una década (First Majestic, que al SAT adeuda algo así como 11 mil millones de pesos); en las reuniones con la ministra de Comercio Exterior de Canadá, Mary Ng, se ha planteado la necesidad de dignificar el empleo minero”.
Parece un cuento de terror: oro mexicano, extraído de suelo mexicano por mineros mexicanos que termina, en gran medida, en las alforjas canadienses (sin beneficio para nuestro país). Pero a Justin le tiene sin cuidado, por lo que viene a defender lo indefendible: saqueo e impunidad para sus trasnacionales. Por cierto, si de situaciones tenebrosas se trata, vale mencionar que las reservas de oro del Banco de México suman 120 toneladas (99.5 por ciento de ellas “resguardadas” en el Banco de Inglaterra) y buena parte de ellas se compraron a… los canadienses.
Buenrostro ha documentado que las mineras que operan en México a duras penas pagan impuestos equivalentes a 0.002 por ciento de sus ingresos, pero para las trasnacionales canadienses eso es intolerable: en octubre de 2013, con Peña Nieto en Los Pinos, la presidenta de la Comisión de Minería de la Cámara de Comercio de Canadá, Rosalind Wilson, amenazó a los legisladores de la Comisión de Hacienda (de San Lázaro) con “abandonar México si los diputados aprueban el impuesto especial de 7.5 por ciento a las utilidades de la explotación (minera)… Las cargas impositivas (en México) han obligado a los inversionistas canadienses a trasladar sus capitales a otras naciones”.
De ese tamaño. El problema es que también en eso incumplieron, pues lejos de “abandonar el país”, las mineras canadienses fueron beneficiadas con más concesiones, al tiempo que mantuvieron su negativa en el plano fiscal, con todo y que estos consorcios son amos en la extracción de oro mexicano (como Germán Larrea en cobre y la familia Bailleres en plata).
Las rebanadas del pastel
Bicarbonato para los agoreros del desastre: ayer, 18.82 pesos por dólar.