Ellos venían por todo, y algunos de los de aquí querían sangre. No, no es que la trilateral estuviera bien o mal, es que se tenía que caminar por el filo de la navaja. Los intereses de unos y otros ponían en riesgo el rescate de lo nacional que propone la transformación del país.
Canadá venía a defender a sus empresarios mineros. Debemos recordar que en México trabajan poco más de dos centenares de firmas de aquel país, es decir, el más alto porcentaje de las instaladas en nuestro territorio. La mayor parte de las compañías que extraen oro son de capital canadiense, al igual que las de plata, y no quieren que se les toque ni con un pétalo del interés nacional.
Por su lado, los de Estados Unidos vieron como posibilidad doblar a México en cuanto a la importación de maíz genéticamente modificado, demanda de las grandes empresas de transgénicos que verían mermadas sus finanzas en caso de que cese la importación de ese tipo de grano.
Las presiones hacia Joe Biden, que seguramente también conoció el presidente Andrés Manuel López Obrador, son cosa seria, y el supuesto es que el mandatario estadunidense tendría que ejercer presión para que México aceptara la compra del maíz modificado. Esto hasta el momento y hasta donde sabemos tampoco se logró.
Por si fuera poco, Estados Unidos y Canadá tendrían que poner sobre la mesa de las discusiones el tema energético. Para la derecha mexicana, para los de aquí, que son peores que los de allá, el tema significaba mucho, no sólo el negocio, no sólo los bienes materiales que el asunto pudiera dejar, sino la derrota que se aplicaría sobre uno de los más importantes ejes del gobierno de López Obrador.
El tema se desechó –para esta reunión–, es cierto y se dijo que el motivo era que ya estaba considerado entre aquellos que se revisarán en el marco del tratado comercial de los tres países, pero encapsular el tema no fue cosa fácil. A fin de cuentas, Biden y Trudeau tienen que dar la cara a los empresarios que exigían mano dura.
Sí, los acuerdos no parecen haber aterrizado. Muchas buenas intenciones, planes que de concretarse servirán a toda la parte norte de América y que seguramente podrán ser aprovechados por la otra parte del continente, por la que López Obrador abogó de todas formas sin obtener el resultado que buscaba.
Algo detuvo entonces la voracidad manifiesta de los empresarios de Estados Unidos y de Canadá. Seguramente la solidez de la política interna y externa del país.
Sí, los acuerdos están en el aire; no parece haber nada concreto, pero sólo es el principio de una relación que ya no es igual y que necesariamente tendrá otros capítulos que muy probablemente tengan como base lo discutido en México. Partir de la imposibilidad del abuso o el sometimiento de los más fuertes sobre los débiles y el respeto a las soberanías son, de todas formas, un logro.
Venían decididos a golearnos, así que este cero a cero, si así se le quiere tomar, tiene sabor a triunfo, dirían los pamboleros.
De pasadita
Las últimas encuestas que hablan de cómo podrían ser las elecciones en las alcaldías de la Ciudad de México ofrecen un panorama muy alentador para Morena, aunque no hablan aún de quienes podrían ser los candidatos a gobernarlas y eso podría ser un factor que desdibuje lo que hasta ahora señalan.
Según los sondeos, el partido guinda ganaría todas las alcaldías, menos Benito Juárez, donde el PAN triunfa por muy poco, pero hay que insistir: no se mide más que al partido, y decimos esto porque habrá nombres, ya lo verán, que espanten a la clientela. Ya verán.