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Opinión

2023-01-11 10:18

Geopolítica / Luis Linares Zapata

El caso de Perú es el más reciente en la lista de afectados por esta fatal combinación: riquezas opulentas y debilidad institucional.
El caso de Perú es el más reciente en la lista de afectados por esta fatal combinación: riquezas opulentas y debilidad institucional. Foto Afp / Archivo

Como usualmente ha sido, los minerales de los países latinoamericanos a menudo aparecen como motor para emprender acciones golpistas. El caso de Perú es el más reciente en la lista de afectados por esta fatal combinación: riquezas opulentas y debilidad institucional. Aunque, contra lo que algunos auguran, el gobierno interino de la señora Dina Boluarte será de corta duración. La insurgencia desatada después del golpe al presidente Castillo no ha cejado y, después de cesar por lapso navideño, vuelve y se robustece. En la estacada han quedado las pretensiones de actores extranjeros preponderantes que desean prolongar sus concesiones. Bienes que ven su finiquito en estos turbulentos tiempos.

La suerte corrida por los golpistas bolivianos es claro ejemplo del esquema lawfere seguido y fracasado. La señora Jeanine Áñez está en la cárcel sentenciada como era debido a su aventura. El líder opositor de Santa Fe –Fernando Camacho–, pese a los disturbios que ocasionan sus seguidores, reposa, con su iluminada persona, en otra prisión sujeto a juicio. Las revelaciones, surgidas en Reino Unido, acerca de la participación de sus agentes en el golpe boliviano, arroja nueva perspectiva. Estos personajes actuaron con la mira puesta en apropiarse de, al menos, buena parte del litio de esa sufrida y expoliada nación. Haber sido capaces, los bolivianos, de dar marcha atrás a la conspiración ha sido una hazaña popular. Los ingleses no estuvieron solos. Revisar la lista de las concesiones tanto de Perú como de Bolivia inscriben, con precisión, quiénes fueron los protagonistas, pues sus ambiciones los delatan.

Habrá que tomar nota, con el cuidado suficiente, de los arranques imperiales que todavía acarician agencias y actores ingleses. Y eso viene a cuenta debido a la vigente concesión del litio sonorense que una empresa de esa nacionalidad posee. No está claro el final estatus de este rico yacimiento debido a la publicada subasta de sus intereses a una empresa china. La batalla por el litio apenas alcanza la perspectiva global. Se sabe, también, de acuerdos preliminares entre México y varios países sudamericanos: Argentina, Chile y Bolivia que, juntos, poseen extensas riquezas de estas denominadas tierras raras de donde se extrae el litio. El seguimiento de los asuntos mexicanos al respecto ha bajado de intensidad, una vez que se encargó a un gobierno local (Sonora) la responsabilidad de su manejo; y la titularidad el proyecto quedó, por mientras, en manos inexpertas. La constitución de una empresa que abarque el proceso completo –extracción e industrialización– del litio está aún en pañales. Con seguridad, esto será una tarea que deberá continuarse, hasta su consolidación, en el siguiente gobierno.

El fracaso de las flagrantes intervenciones tanto en Bolivia como, antes, en Venezuela, ha evidenciado que, tales golpeteos imperiales no serán juego de fácil conclusión. Muy a pesar de los masivos recursos en juego, la organicidad, aunque tal vez incipiente en ambos países, ha sobrellevado la defensa de los respectivos intereses nacionales. El gobierno títere que se impuso en Venezuela llegó a su triste fin de manera por demás indigna. Ni ruido ha podido hacer el tal Juan Guaidó, destituido por propios promotores. Lo malo de este desaguisado es que, algunas aprovechadas, quedan a cargo de enormes recursos intervenidos por Estados Unidos y aliados.

No se puede dejar pasar lo recién sucedido en México: la captura de Ovidio Guzmán. Obviando las flagrantes contradicciones con posturas anteriores, la opinocracia y demás opositores se han lanzado en una aventura difusiva que les desacredita. Tratan de redondear e introducir una cosmogonía de sospechas acerca del operativo que apresó al renombrado Ratón. Lo adjudican a la presión del presidente J. Biden. Lo sugieren, con seguridades varias, como un regalo previo a la reunión cumbre. Lo predican como flagrante negación de la esquematizada política de “abrazos y no balazos”. Y han puesto sobrado interés en mostrar los destrozos y malestares causados a vecinos por la captura. También acentúan el costo en vidas del operativo militar. Han agregado epítetos varios a la “inocua y fracasada” estrategia de seguridad seguida. La complicidad de López Obrador con el cártel de Sinaloa ha quedado a resguardo para futuras críticas, aunque ya sin peso alguno. Poco importa ahora el revuelo, usado como prueba definitiva, del saludo a la madre de El Chapo. Y así se sigue bordando por similares campos difusivos. El cometido es el mismo repetido hasta el cansancio: gobierno ineficaz y antidemocrático, contradictorio y al borde del abismo. Todos, en efecto todos, los programas y acciones emprendidas llevan atados el extraviado designio de un autoritario, afirman con voces de enterados. Una especie bien conocida de propaganda golpista que, no sin ironía, causa rechazo popular en su veracidad y aprecio.

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