Caracas. Los ataques cometidos el domingo contra sedes de los tres poderes en Brasil por parte de grupos violentos forman parte de una acción diseñada y ordenada por sectores de la política estadunidense para desestabilizar al nuevo gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, dijeron a Xinhua analistas políticos venezolanos.
El profesor universitario en ciencias sociales, Luis Ricardo Delgado, expresó que "no es casualidad la similitud en los hechos ocurridos en Brasil con la toma del Capitolio de Washington protagonizada en 2021 por factores fuertemente vinculados al ex presidente Donald Trump".
Delgado, docente titular de la Universidad de Carabobo, aseveró que se trata de una maniobra de los sectores internacionales de extrema derecha, encabezados en Brasil por el ex presidente Jair Bolsonaro, para condicionar, por vías violentas, el inicio de las gestiones del nuevo gobierno brasileño.
"Esos actos vandálicos repudiables tienen implícitos un mensaje al presidente Luiz Inácio Lula da Silva de amenaza contra su gestión, plantean claramente un intento de boicotear su mandato, de impedir sus funciones de gobierno", advirtió Delgado.
El también estudiante de Doctorado en Estudios de la Organización en la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, denunció que las acciones implican también una amenaza cierta a la institucionalidad democrática de Brasil, dado que pretenden crear condiciones para un golpe de Estado.
"La violencia protagonizada por grupos cercanos a Bolsonaro no es solo vandalismo grupal aislado, también pretende activar a sectores golpistas dentro de las fuerzas armadas de Brasil que pudieran conducir a situaciones que comprometan la paz de esa nación", subrayó el experto.
A juicio del académico, se trata de un gesto geopolítico relevante: factores de la extrema derecha de la política estadounidense y sus expresiones regionales están enviando un mensaje de desestabilización a una región que ha decidido soberanamente ser gobernada por factores progresistas.
"La ultraderecha continental, cuyos jefes están indudablemente en Estados Unidos, están intentando impedir desesperadamente que América Latina y El Caribe se logre consolidar como una región próspera, unida, integrada, donde se respete el derecho internacional y el multilateralismo", resaltó Delgado.
Aseguró que "Brasil tiene una importancia trascendental en la región y por ello los factores de ultraderecha estadounidenses y locales harán esfuerzos para desestabilizarla".
Para Delgado, Washington intenta que el nuevo gobierno brasileño tenga que concentrarse en el orden interno de su país y se desgaste tratando de lograr la estabilidad de su nación, para así evitar su accionar en la política regional que apunta hacia la integración de la región.
"La integración regional de América Latina y El Caribe cobra una fuerza importante con el nuevo Gobierno de Brasil, pero Estados Unidos quiere evitar a toda costa que avance y se consolide la unión entre nuestras naciones porque aislados y divididos somos débiles ante ellos", explicó.
Por su parte, el abogado y analista internacional Néstor Rivero dijo a Xinhua que los sucesos en Brasil son "una expresión de las pretensiones de las corrientes ultraconservadoras de la región de detener el surgimiento de las fuerzas populares y democratizadoras en la región latinoamericana y caribeña".
Para el también profesor de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, "resulta muy difícil creer que dicha estrategia desestabilizadora haya sucedido sin la anuencia del Departamento de Estado de Estados Unidos".
"Se trata de una arremetida de los intereses oligárquicos de la región, neocolonialistas y hegemonistas, que pretenden detener la nueva correlación de fuerzas en el hemisferio, que proyecta el fortalecimiento del multilateralismo y el mundo multipolar", apuntó el académico.
Rivero precisó que el actual gobierno de Estados Unidos pretende tímidamente diferenciarse de la gestión ultraderechista del ex presidente Donald Trump, pero afirmó que ahora mismo, el Departamento de Estado que encabeza Antony Blinken, pretende caminar "sobre el filo de una navaja" con una política exterior agresiva hacia la región latinoamericana.
A su juicio, la Casa Blanca pretende "impedir márgenes de maniobra y de operatividad a los gobiernos de América Latina que, como el del presidente Lula da Silva, muestran perfil propio y agenda autónoma en distintos tópicos de la política interna y externa".
De tal modo, para el experto Washington pretende "un Brasil maniatado", que se invalide en sus logros sociales, así como en los proyectos de integración regional, haciendo "ingobernable" el país sudamericano.