México cerró el año pasado con la mayor inflación en 22 años, debido, en gran parte, al incremento de precios en las mercancías alimentarias. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) cerró 2022 en 7.82 por ciento anual, la mayor inflación desde 2000, cuando registró una tasa de 8.96 por ciento.
Durante 2022 destacó el incremento de las mercancías alimenticias (como harinas de trigo, pan blanco, pan dulce empaquetado, tortillas de harina, pasta para sopa, aceites y grasas comestibles, queso fresco, entre los que más reportaron un alza anual, entre otros), al dispararse en conjunto 14.14 por ciento en diciembre con respecto al mismo mes de 2021.
Por otro lado, las mercancías no alimenticias, como detergentes, computadoras, jabón de tocador, aceites lubricantes, otros medicamentos, entre otros, subieron 7.68 por ciento interanual, lo que explica el incremento de la inflación anual de 2022.
En tanto, la inflación anual de los productos pecuarios (manteca de cerdo, huevo, vísceras de res, carne de cerdo, pescado, pollo, carne de res, etcétera) fue de 11.50 por ciento.
Al darse a conocer el dato de inflación, Jonathan Heath, subgobernador del Banco de México (BdeM), comentó: “buenas noticias en el margen, pero con una perspectiva todavía sumamente difícil. En especial, preocupan los incrementos en mercancías alimenticias que llegaron a 14.14 por ciento”.
La inflación anual de frutas y verduras, por su parte, cerró el año pasado con un alza de 7.22 por ciento. En el año destacó el retroceso en el precio del gas LP y otros energéticos.
Los precios al consumidor acumularon 22 meses de ubicarse por arriba de la meta de estabilidad de precios del Banco de México de entre 3 y 4 por ciento.
Por su parte, la inflación subyacente –que excluye de su medición los productos de alta volatilidad de precios como son los energéticos y los agropecuarios–, se desaceleró, por primera vez tras 24 meses de incrementos.
La inflación subyacente, la que también determina la trayectoria de la inflación en el mediano y largo plazo fue de 0.65 por ciento mensual, por lo que se ubicó en 8.35 por ciento anual, su mayor tasa desde 1999, cuando cerró el año en 14.41 por ciento.
“La inflación subyacente presenta resistencia a bajar porque a pesar de que la tasa anual disminuyó, el aumento mensual de precios fue mayor 0.65 por ciento en diciembre con respecto al 0.45 por ciento de noviembre. Mientras si bien la general anual se mantuvo en 7.8 por ciento en el último mes del año pasado, presentó un alza en la segunda quincena a 7.86 por ciento”, describió Alfredo Coutiño, director de Moody’s Analytics.
Por su parte, la no subyacente, que incluye agropecuarios y energéticos, reportó un descenso anual de 0.40 por ciento, para cerrar el año en una variación anual de 6.27 por ciento.
Así, la inflación anual al consumidor de la canasta de consumo mínimo, la cual está integrada por un subconjunto de 176 productos y servicios del INPC, aumentó de 8.45 a 8.54 por ciento de noviembre a diciembre. Con ello, alcanzó su mayor nivel desde octubre pasado.
En diciembre, la inflación al productor, incluyendo petróleo, fue de 0.19 por ciento mensual y de 4.88 por ciento anual. La diferencia entre la inflación al productor y la del consumidor volvió a disminuir, sumando seis meses seguidos a la baja.
“La inflación al productor fue menor a la del consumidor por cuarto mes consecutivo, algo que no ocurría desde finales de 2019 y principios de 2020. Si los productores siguen enfrentando menores costos, podrán reducir el traspaso a la inflación al consumidor”, aseguró Janneth Quiroz, subdirectora de análisis económico de Monex.
Ante una inflación todavía elevada, Alejandro Saldaña, subdirector de análisis económico de Ve por Más, y dado que se espera que la Reserva Federal (Fed) siga subiendo las tasas de interés este año, estimó que el BdeM lleve la tasa objetivo hasta 11 por ciento, actualmente en 10.50 por ciento, durante el primer trimestre de 2023.