Mientras aquí se discutía si el avión del presidente Biden aterrizaría en el AIFA, en Washington ya había sido resuelto el tema y se conversaba sobre el raite que daría al presidente López Obrador en el impresionante vehículo conocido como The Beast, una idea del canciller Marcelo Ebrard. No es usual. Aprovecharían el largo trayecto de Zumpango a Polanco para platicar, según información extraoficial de fuentes generalmente bien enteradas. ¿Tema libre o con agenda? Finalmente se decidió que hablarían de todo. Fue una conversación amistosa, distendida, con toques de buen humor. Tema divertido fue el de los tres ex presidentes mexicanos que andan huyendo en España y uno ya es mitad sefardí. Los ex presidentes vivos de Estados Unidos residen en su país: Trump, Bush, Clinton, Obama y Carter. Venía de visitar el muro a la altura de El Paso, Texas, por lo que el tema obligado fue la migración –mejor dicho, el flujo casi imposible de detener de migrantes pobres–. La propuesta de AMLO no ha variado: arraigarlos en su lugar de origen, y eso se consigue con empleos y bienestar.
El conflicto
Joe y Andrés Manuel comparten un problema: están confrontados a poderosas compañías del sector de energía. Biden a las petroleras, que se resistieron a bajar el precio de la gasolina aun cuando tienen ganancias estratosféricas que prefieren repartir entre sus accionistas. El alto costo de la gasolina por poco le cuesta una derrota en las elecciones que acaban de transcurrir. Por fortuna, ganó el Senado. AMLO enfrenta a las compañías internacionales del sector eléctrico. Fue traicionado por la oposición –y alguno que otro ensarapado de su propio partido– y naufragó su iniciativa de reforma constitucional. Son problemas interiores de cada país. Según las mismas fuentes extraoficiales, como se verá en la declaración conjunta al final de la cumbre, ya incorporado el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, buscarán soluciones para no inhibir la inversión privada, pero con respeto a las soberanías.
El futuro
Como la plática era informal y sin agenda, brincaban de un asunto a otro. Vino el de sus respectivos futuros políticos. Andrés Manuel insiste en que optará por el retiro en su quinta de nombre intraducible (risas), pero Biden sí piensa en la relección. Lo permite por una sola vez la Constitución. Dependerá su decisión no sólo de la edad, pues tiene 80 años, sino del giro que tome la guerra en Ucrania. Extendió una invitación para que el mexicano visite la Casa Blanca este año o el próximo. Muy agradecida. Ya se verá cómo se ponen las cosas en el proceso electoral que está en marcha.
El golpe de Estado
¿Y Brasil? De acuerdo a las fuentes extraoficiales citadas, se mencionó en más de una ocasión. Biden padeció lo que hoy enfrenta Lula da Silva: una intentona de golpe de Estado fraguada por partidarios de Donald Trump. En su situación fue más peligrosa porque todavía no tomaba posesión, mientras que el brasileño ya es el presidente constitucional. El candidato derrotado e inconforme, Jair Bolsonaro, se encuentra en Estados Unidos, y al parecer desde allá alienta la insurrección con el apoyo de ultraderechistas. Falló el golpe y se hospitalizó con dolores de estómago. Coinciden los jefes de Estado: no intervención en asuntos internos de otros países y el interés de que prevalezca la democracia en una nación a la que le ha costado tanto conquistarla, dicen las fuentes consultadas. Si algún dato no corresponde a lo sucedido, con gusto lo rectifico, ya que no hay fuente oficial. Sólo la intérprete presenció la conversación. Andrés Manuel se despidió de su invitado a las puertas de su hotel en Polanco.
En Palacio
La ceremonia oficial de bienvenida al presidente Biden y su esposa Jill fue al día siguiente en Palacio Nacional. Se salió de lo protocolario. Los discursos estuvieron a cargo de la señora Biden y la escritora Beatriz Gutiérrez Müller.
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