Hoy se iniciará la décima Cumbre de Líderes de América del Norte en la ciudad de México. Justin Trudeau, primer ministro canadiense, Joseph Biden y Andrés Manuel López Obrador, presidentes de Estados Unidos y México, respectivamente, dialogarán sobre lo más relevante de la relación trinacional. “Diversidad, equidad e inclusión; cambio climático y ecología; competitividad regional; migración y desarrollo; salud y seguridad, en la agenda, informó Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores. Para México, el tema migratorio y el relativo a la aplicación de algunas cláusulas del Tratado de Libre Comercio han sido motivo de agrias disputas con Canadá y en especial con Estados Unidos. La disputa sobre la intervención del Estado y el sector privado, en el caso específico del derecho a generar y conducir energía eléctrica, ha quedado en un impasse que se espera sea resuelto en el marco de las conversaciones del tratado trilateral de comercio.
El tema migratorio ha sido la piedra en el zapato para los mandatarios de México y Washington desde tiempos inmemoriales. Se espera que, al igual que en ocasiones anteriores, en las conversaciones previas entre las delegaciones de los tres países y particularmente las de México y Estados Unidos, exista un acuerdo tentativo que evite un diferendo insuperable que dé al traste con la Cumbre. No será fácil, debido que ha sido motivo de declaraciones y contradeclaraciones sobre si quienes buscan asilo político y humanitario deben esperar en territorio mexicano o estadunidense. Al intento del presidente Biden de flexibilizar las reglas de asilo que habían cruzado la frontera, los gobernadores de Florida y Texas respondieron con una burda estratagema de enviar caravanas de autobuses repletos con migrantes y, literalmente, depositarlos en las puertas de las dependencias del gobierno federal, o directamente en los domicilios de funcionarios demócratas.
Biden rectificó su intento de modificar el Título 42, mediante el cual Donald Trump estableció medidas draconianas de deportación y se verá obligado a deportar a miles de quienes esperaban asilo por la presión de los legisladores. Un principio de acuerdo surgió cuando Biden decidió admitir la entrada de 30 mil migrantes, y México concedió permiso para que otros 30 mil permanezcan en su territorio esperando el asilo. Es evidente que la solución al problema va más allá de acuerdos bilaterales entre una o dos naciones.