Moscú. Mientras la población de Rusia siguió disfrutando ayer el tercero de los nueve días feriados que le concedió el Kremlin con motivo de Año Nuevo y la Navidad ortodoxa, el ministerio de Defensa trajo la primera mala noticia del año al reconocer que un ataque ucranio, la madrugada del 1º de enero, dejó al menos 63 muertos –según otras fuentes, centenares– entre los nuevos reclutas en Makeyevka, región de Donietsk.
“El régimen de Kiev lanzó seis misiles Himars de fabricación estadunidense contra un punto de emplazamiento temporal del ejército ruso en la región de Makeyevka. Los sistemas de defensa antiárea derribaron dos misiles.
“Como resultado del impacto de los cuatro cohetes restantes, murieron 63 militares rusos”, admite el escueto comunicado oficial, leído la mañana de este lunes por el general Igor Konashenkov, vocero del ejército ruso.
La dependencia castrense se tardó un día en confirmar el ataque, pero tuvo que hacerlo ante las evidencias gráficas –fotografías y videos– que empezaron a circular en las redes sociales rusas y no se correspondían con las declaraciones optimistas que hicieron el domingo los funcionarios de la administración prorrusa de Donietsk que trataron de minimizar el golpe diciendo que “sólo hubo 15 heridos”.
Los enviados especiales de los canales de la televisión pública rusa presentaron, en las redes sociales –que estos días de asueto oficial son las principales fuentes de noticias– un cuadro de horror: el canal Parte de guerra habló de “500 muertos”, el de Tsaregrad se limitó a “cientos de muertos”, el blog de Boris Rozhin publicó imágenes de cómo, 24 horas después, “se siguen levantando los escombros” y el reportero Roman Romanov mencionó “decenas de muertos sólo de (movilizados desde) la región de Saratov”.
El ejército ucranio, a través de su dirección general de comunicaciones estratégicas, aseguró ayer que en el cuartel en Makeyevka –instalado en el edificio de la escuela técnica profesional número 19, donde antes de enviarlos a los campos de batalla se concentraban muchos de los nuevos reclutas–, “quedó reducido a ruinas, murieron no menos de 400 militares y hay cientos de heridos”.
Testigos, citados por las agencias noticiosas, afirman que “el edificio saltó por los aires”, al tiempo que Danil Bezsonov, viceministro de información de la llamada República Popular de Donietsk señaló con amarga ironía: “todo indica que el alto mando aún no tiene idea de las posibilidades de este tipo de armamento (los Himars). Confío en que los culpables de haber decidido utilizar este sitio como cuartel recibirán el merecido castigo”, escribió.
Igor Guirkin, ex comandante en jefe de las tropas separatistas en Donietsk más conocidio por su alias Strelkov y a quien Países Bajos acusa de ser uno de los responsables de la tragedia causada por el derribo en 2014 de un avión de pasajeros de Malaysian Airlines que volaba de Amsterdam a Kuala Lumpur, coincidió con Bezsonov al comentar así lo sucedido en Makeyevka:
“Las instalaciones donde se encontraban ciudadanos de Rusia movilizados (nuevos reclutas obligados a servir en el ejército) quedó destruido por completo debido al estallido de los proyectiles que se almacenaban ahí mismo. También se destruyó casi todo el armamento que había cerca del edificio, sin el más mínimo camuflaje”.
En cuanto a las víctimas mortales, Guirkin sostiene que es muy difícil saberlo con extactitud porque “todavía muchas personas se consideran ‘desaparecidas’, debajo de los escombros”.
El ataque ucranio contra el cuartel en Makeyevka, en respuesta al bombardeo de Kiev con drones de fabricación iraní la Noche Vieja, se produjo en los primeros minutos del primero de enero, justo cuando la televisión rusa terminó de transmitir el mensaje de felicitación del presidente Vladimir Putin.