Esa tarde de febrero de 2008 estaba un poco desganado. Sonrió porque era obligado hacerlo. Cumplía una gira promocional del banco Santander y estaba enfundado en un llamativo saco rojo, color que identifica a esa institución crediticia. En cuanto bajó del escenario se despojó de la prenda; como si le incomodara lo cambió por uno gris, complemento de su pantalón. Era comprensible, humano, que a veces no tuviera ánimo para enfrentar decenas de cámaras.
Habló breve acerca de las bondades del producto y siguió sonriendo, como si en vez de un banco anunciara un dentífrico. O Rei, un superdotado de las canchas, el mejor futbolista de todos los tiempos, nombrado por el COI “el atleta del siglo”, sin duda ganó más dinero en el retiro que como futbolista activo. Es de suponer que algunas veces padeció ese peregrinar por países, hoteles y un sinfín de escenarios tan ajenos a su hábitat, al olor del pasto, el sudor, vestidores.
La gente recomienda lo que ha probado y le resulta bueno. ¡Más incómodo aún cuando anunció viagra! y se sintió obligado a aclarar de inmediato que él no lo necesitaba. El virtuoso mago con el balón cosido a los pies, intérprete original y fantástico del jogo bonito que le hizo ganar tres títulos del mundo. Declaró en un comercial que el juego peteka era “su favorito”... ¡Adorable ese Pelé hermanado con la humanidad, como cualquier mortal luchando por una remuneración económica!
Dada la variedad de artículos que promocionó cabe preguntarse: ¿se acostumbró a hacerlo? ¿se sentía plenamente recompensando? ¿cuántas veces lo invadió el hastío, las dudas?.. Lanzaba un mismo discurso que debía repetir en múltiples escenarios, con la obligación de inyectarle vivacidad en cada ocasión... Tal vez en el peregrinar de una gira comercial –en garras de mercachifles– olvidaba qué suelo pisaba, pero aquella tarde hubo final feliz, porque siempre que estaba en México era inevitable evocar la Copa del Mundo 1970.
Las preguntas tomaron ese curso y él se dejó conducir a la ruta de tan gratos recuerdos. Entonces su sonrisa se volvió auténtica evocando el fervor y la pasión que despertó la Seleção en Guadalajara, ciudad donde surgió una auténtica torcid a que se expandió a todo el país. Porque a partir de 1970 Brasil-Pelé y México experimentaron una comunión que pervive. Los logros de la verdeamarela han dado alegría y alivio a las frustraciones del balompié nacional.
O Rei ha muerto y los incesantes adjetivos para describir su grandeza, su impacto en el deporte más popular del mundo, se vuelven rebuscados, algunos ingeniosos, otros repetitivos. Es sin duda muy simple: fue el mejor futbolista de todos los tiempos, perteneció a una pléyade maravillosa, al lado de otros genios como Rivelino, Tostao, Gerson, Garrincha y compañía, quienes estarían a la altura de Lionel Messi o CR7, es decir, un peldaño abajo... No obstante, genera gran simpatía evocarlo en lides y vicisitudes comunes a cual-quier mortal.
La noticia de su deceso impactó al mundo. Un pequeño ejercicio con una decena de treintañeros, aficionados al futbol, pero que jamás lo vieron jugar arroja datos curiosos, como la frase: “Parece que fue muy bueno, tanto o más que Messi o Cristiano Ronaldo”, “Si Mbappé dice que lo ha estudiado, debió ser brillante”. Y ante la pregunta de si semejante cobertura mediática tras su muerte los mueve a ver los videos de sus partidos, la respuesta es tajante: “Son en blanco y negro y de pésima resolución”… La alta definición, los pixeles, parecen estar cavando un abismo entre O R ei y las nuevas generaciones.
Pero es mejor mala definición que nada. El viernes arranca el Clausura 2023, torneo vedado a la afición de escasos recursos, secuestrado por las cableras y que ofrece más de lo mismo; es decir, se mantiene sin ascenso ni descenso. Apenas dos de nueve juegos de la fecha inaugural se transmitirán por televisión abierta… Como en los años 60 y 70, cuando Pelé maravillaba al mundo, muchos tendrán que volver a la transmisión radiofónica.