Matamoros, Tamps., Integrantes del campamento migrante instalado en Matamoros, Tamaulipas, conformado en su mayoría por venezolanos, pidieron al gobierno de Canadá que les brinde asilo humanitario.
Los extranjeros, apostados en las márgenes del río Bravo, comenzaron a elaborar una lista de nombres de quienes dijeron estar cansados de que Estados Unidos dé largas a sus demandas. “Pensamos que en Canadá, donde hay oferta de trabajo, quizá puedan darnos asilo, ya que no creemos poder aguantar aquí hasta febrero”, afirmó Nallely Romero, quien tiene dos niños y es fundadora del asentamiento.
Luego de que agentes del Instituto Nacional de Migración los desalojaron de la avenida Tamaulipas de Matamoros, unos 500 extranjeros se mudaron al bordo del Bravo, donde ya se habían instalado unas 3 mil personas, y comenzaron a levantar chozas con ramas y láminas de plástico y de cartón.
Ayer por la mañana, la mayoría de quienes habitan en el campamento realizaron faenas de limpieza para erradicar basureros a cielo abierto, pero a falta de servicios sanitarios y regaderas deben asearse en el río Bravo, que es la principal fuente de agua potable de Matamoros.
Miembros de algunas familias dijeron estar listos para soportar hasta febrero entrante, cuando la Suprema Corte estadunidense definirá qué sucederá con el Título 42, que permite expulsar a extranjeros con el argumento de evitar la propagación del coronavirus. Otras sugieren cruzar ya el Bravo a nado o en embarcaciones improvisadas, pensando que evitarán ser deportados.
Del lado estadunidense del río, la Patrulla Fronteriza ha redoblado sus labores de vigilancia e incrementado el número de agentes que a pie o en cuatrimoto, caballo, camioneta o helicóptero pretenden bloquear el paso a grupos de migrantes.
Los indocumentados capturados por la Border Patrol son remitidos a un centro de procesamiento del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas, donde se les toman sus datos generales, fotografías y huellas antes de regresarlos a territorio mexicano.
Por lo pronto, los ocupantes del campamento se preparan para esperar el Año Nuevo, luego de que el mal clima les dio una tregua. La semana pasada, temperaturas hasta de 9 grados bajo cero provocaron que la mayoría abandonara sus viviendas improvisadas y aceptaran ser llevados a dos refugios municipales.