En 1946 Alejo Carpentier publicó La música en Cuba, donde describe cómo la isla fue poblada por las melodías. En efecto, allí se ha creado una larga lista de géneros: guajira, habanera, guaracha, rumba, mambo, chachachá, nueva trova…, convirtiéndola en uno de los lugares más prodigiosos del mundo musical.
Eso se confirma y amplía en Cuba: Una historia de la isla por su música y su literatura, libro de Marcel Quillévéré, figura de la escena musical y teatral de Europa, y por su programa Confluencias en las Américas, que transmite la red de emisoras públicas de Francia, Canadá y países francófonos.
El libro de gran formato y pasta dura, 366 páginas a color, más de 500 ilustraciones (fotografías, pinturas y grabados de diversas épocas), prólogo de Phillipe Lançon y espléndida edición de Albin Michel, es el contexto adecuado para el enriquecedor texto de Quillévéré. Tiene como base las decenas de programas que dedicó a Cuba en su espacio radial.
Para ello, visitó varias veces la isla, consultó una extensa biografía y a expertos en el tema dentro y fuera de Cuba. En cinco capítulos, nos lleva desde el nacimiento de dicha nación; la joven república (1902-1939); la edad de oro de los años 40; el decenio prodigioso de los 50, y la etapa posrevolucionaria, de la cual es severo crítico.
Igualmente, ofrece los pormenores de la influencia venida de ultramar y cómo ese pequeño territorio se convirtió en sitio privilegiado para el rencuentro de Europa y América. A él llegaron los máximos exponentes de la música, la ópera, el teatro, la danza y la literatura. Y a su vez produjo a compositores, orquestas, intérpretes, escritores y pintores de fama mundial.
Un libro que los medios y lectores consideran el más importante del año en Francia.
A Quillévéré se le admira en México por traer al Festival del Centro Histórico de 2001 cuatro espectáculos con el Gran Teatro de Ginebra: Scourge of Hyacinths, ópera de Tania León basada en la obra de Wole Soyinka y escenografía de Bob Wilson; La dolce vita y La púrpura de la rosa, con cantantes y ballet dirigidos por Gabriel Garrido, y un concierto de gospel, con el barítono Timothy Blevins. Y en el Zócalo, ante miles de espectadores, L a consagración de la primavera, de Igor Stravinsky.
Además, tras visitarlo varias veces, produjo para Radio Francia 40 exitosos programas sobre música mexicana del siglo XX.