Teotihuacán, Méx. Las autoridades municipales de San Martín de las Pirámides y Teotihuacán, encabezadas por los alcaldes priístas Edgar Martínez Barragán y Marios Paredes de la Torre, respectivamente, han permitido la operación irregular de bares y antros en el área B de restricción de la zona arqueológica, justo detrás de la Pirámide de la Luna, con lo que ese tramo del circuito empedrado se ha convertido en una “zona roja”.
El director de la Zona Arqueológica de Teotihuacán (ZAT), el restaurador Rogelio Rivero Chong, reconoció en entrevista que la parte norte del lugar, donde se encuentran importantes vestigios mesoamericanos, se ha convertido en una “franja delicada”, pero argumentó que la regulación y operación de los establecimientos corresponde a las autoridades municipales.
A diario, sobre todo los fines de semana, unos 20 bares instalados a lo largo de casi 500 metros del circuito operan hasta altas horas de la noche con venta de alcohol, incluso adulterado; se permite la entrada a menores de edad y a menudo hay riñas, asaltos y presencia de distribuidores de drogas, lo que ha incrementado la inseguridad en la zona.
Estos negocios operan sin control de las autoridades municipales, sobre todo en cuanto a sus horarios de cierre y venta de alcohol, con escasos rondines policiacos, informaron vecinos de las colonias aledañas.
En uno de los antros, este diario observó rotos los sellos de clausura del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), organismo que regula las construcciones en la zona B de restricción arqueológica. Según el decreto de 1998, toda el área de Teotihuacán está protegida por ser monumento arqueológico.
Operan pese a sellos de suspensión del INAH
Los bares y antros están a unos 40 metros de la malla ciclónica que delimita el área A de la zona arqueológica, detrás de la Pirámide de la Luna. Esa protección se observa en algunos tramos deteriorada y rota, porque varios autos han chocado con ella. En ese punto es fácil el acceso al sitio prehispánico por las noches.
Rivero Chong afirmó que el INAH ha cumplido con lo que legalmente le corresponde y a varios de esos establecimientos se les impuso, en su momento, “suspensión de obra por daño arqueológico”; algunos enfrentan, además, denuncias penales por quebrantamiento de sellos y desacato, interpuestas ante la Unidad para Leyes Especiales de la Fiscalía General de la República, “y en algún momento habrá una resolución para que se apliquen sanciones económicas o demoliciones”, dijo.
El director de la zona arqueológica aseguró que cuando el instituto detecta una construcción en zona B, el departamento de inspección técnica acude a verificar si tiene permisos; de lo contrario, se coloca un sello de suspensión de obra.
“En nuestro caso no podemos suspender actividades ni acciones, no estamos facultados para ello; sólo clausuramos obras constructivas. Luego de que se lleva a cabo la suspensión, se les da un tiempo para que presenten pruebas y alegatos en audiencias, y si no cumplen con los requisitos se les niega cualquier permiso de construcción; si la construcción ya se inició y se detecta que hay un daño arqueológico, entonces se levanta una denuncia penal.”
Durante un recorrido por el circuito arqueológico, desde la entrada al libramiento hacia San Martín de las Pirámides y la entrada hacia el centro del municipio, se observaron varios bares y antros en plena fiesta.
La Chorcha Bar es uno de los locales establecidos que ofrece música de banda y de grupos norteños en vivo; a unos metros está La Malquerida. Después se encuentra Empacaritos Asados y Cantaritos”, también con música de banda en vivo y música grabada, que opera en un terreno improvisado con mesas de sala de descanso y de madera, con decenas de carpas que atraen a cientos de jóvenes; es uno de los antros de moda. Les siguen el bar El Quetzal, con ofertas de micheladas; El Nahual, El Jaguar Bar, La Martina, La Mestiza y La Única, Cervecería y Asados; en este último se observan los sellos de “obra suspendida” del INAH en su reja de acceso principal, y sigue operando.
En este tramo del circuito arqueológico también se han adueñado los denominados “viene, viene” que han hecho del andador peatonal una zona de estacionamiento de automóviles. El costo para que permitan estacionar el coche de los asistentes a los bares es de entre 35 y 50 pesos por automóvil.
Pasadas las tres o cuatro de la madrugada de cada fin de semana, una vez que los antros cierran, se observa que los jóvenes parroquianos siguen la fiesta fuera de los establecimientos; muchos de ellos contratan bandas para que sigan tocando junto a sus autos.
Uno de los trabajadores de la ZAT dijo: “Cada vez se vive una mayor inseguridad en las inmediaciones de Teotihuacán. Los escándalos ya son el pan de cada fin de semana; sabemos que hay asaltos y riñas. Los bares no están regulados. Se supone que es un lugar cultural y de cultural ya no tiene nada; lo que vemos es que los ayuntamientos no están cumpliendo con su labor. Se pone feo principalmente en el lado norte del circuito en San Martín de las Pirámides”.
Vecinos del lugar y dueños de restaurantes que sí cuentan con permisos de operación denunciaron que desde hace tres años se incrementó la venta de alcohol en puestos ambulantes y luego vino la apertura de antros fijos en el circuito empedrado.
“Los bares ya se salieron de control. Constantemente hay pleitos, sobre todo en la madrugada. Pasan las patrullas y nada les dicen. Queremos que haya orden, ya son muchísimos. Eso ha acarreado que haya mucha inseguridad. En lo que va del año ya van tres muertos. Ya no sabemos si es una zona arqueológica, ceremonial o de antros. Aquí la llamada de atención es para los municipios de Teotihuacán y San Martín de las Pirámides”, insistieron los vecinos.
Desde hace varios meses, explicaron, elementos de la Guardia Nacional realizan constantes rondines sobre el empedrado de la zona arqueológica –la segunda más visitada del país, sólo detrás de Chichén Itzá–, sobre todo para evitar el ambulantaje y dar seguridad al turismo; sin embargo, no se ha erradicado el problema de los bares.
El restaurador Rogelio Rivero, encargado de la ZAT, añadió que en la franja de bares ha habido accidentes automovilísticos que han derribado los bolardos o han dañado la malla que resguarda la zona arqueológica.
“A la hora en que el público visita la zona arqueológica, los bares provocan es caos vial, porque no tienen estacionamiento y los clientes se estacionan en el circuito.”
Contó que el ayuntamiento ha hecho algunas inspecciones para verificar la venta de bebidas alcohólicas, incluso en coordinación con la Guardia Nacional. Luego de la más reciente fueron clausurados algunos establecimientos por vender alcohol a menores, pero otros continúan haciéndolo.