Prácticamente la totalidad del maíz que importa México proviene de Estados Unidos, en su mayoría transgénico; sin embargo, dada su prohibición a partir de 2025, Ucrania y la Unión Europea se convierten en las principales opciones para importar grano sin modificación genética; no obstante, el precio de transporte sería considerablemente mayor.
México es el principal importador de maíz estadunidense y segundo comprador a escala mundial, sólo por debajo de China. Al término de 2022, según estimaciones del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), habrá adquirido cerca de 18 millones de toneladas, por un valor de casi 6 mil millones de dólares.
Más de 90 por ciento de este maíz es amarillo y transgénico, que se usa para alimentar animales; otra parte se destina a la industria y hasta a la elaboración de combustibles. No obstante, para 2025, el gobierno mexicano tiene la intención de prohibir la importación de grano modificado que tenga como destino final el consumo humano, lo que puede afectar la industria de cereales y demás alimentos.
Esto ha causado molestia entre legisladores estadunidenses, quienes dicen que no hay evidencia de que el maíz transgénico afecte la salud de los humanos; además, resaltan que la prohibición de estas importaciones generaría un daño de entre 3 mil 500 y 5 mil 500 millones de dólares.
Si Estados Unidos se niega a dejar de producir transgénicos, las opciones de México son Ucrania, Francia, Rumania, Alemania, Polonia y Bulgaria, que en conjunto, según estimaciones del GCMA, tienen una oferta de grano libre de modificaciones genéticas de 33.3 millones de toneladas métricas; no obstante, un tercio ya está comprometida, es decir, su venta está acordada desde antes de ser cosechada.
Destacó que el maíz no transgénico disponible para exportar de Estados Unidos, Brasil, Argentina y Sudáfrica asciende a alrededor de 11 millones de toneladas, pero no está disponible para el mercado general, dado que se comercializa mediante precontratos que se hacen desde la siembra.
Aunque hubiera disponibilidad de maíz no transgénico en Ucrania y la UE, los importadores mexicanos deben considerar factores que pueden encarecer el precio final, como el costo de segregar producción en granja, la utilización de bodegas y transporte para moverlo al interior de la República, advirtió Juan Carlos Anaya, director general del GCMA.
“El proceso de segregar el grano de acuerdo con su clasificación-modificación genética generaría mayores costos de producción en granjas y altos costos logísticos para comercializadores-consumidores”, apuntó.